HABILIDADES SOCIALES EN PANDEMIA

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HABILIDADES SOCIALES EN PANDEMIA

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HABILIDADES SOCIALES EN PANDEMIA

Tengo un amigo que me tiene sorprendido. Él es un tipo exitoso- ahí vamos de nuevo con la palabrita – con bastante vida social y cultural. Resulta que a éste amigo lo invitaron a un matrimonio – sí, aún existen – al cual él asistió y en una conversación trivial que tuvimos tiempo después le pregunté casi al pasar qué le había regalado a la feliz pareja y para mí absoluta sorpresa me dijo que aún no había comprado nada. Que se le había pasado. Que no sabía aún qué regalar. Pero, que lo estaba viendo. De esto ya había pasado un mes del matrimonio. Curioso ¿no? ¿Raro? No tanto.

Aquí va otro ejemplo. Alguien organiza una fiesta de cumpleaños, esto en el concepto antiguo; organizar un evento en su casa, tener comida rica (no nachos, ni papas fritas) y comprar bebidas. No ese nuevo y espurio concepto de ahora que es algo así como: "oye voy a estar de cumpleaños y nos vamos a juntar en tal local." Y uno termina yendo a un local - al cual probablemente nunca hubieras ido por elección - lleno de gente que no conoces – ni tampoco desearías conocer- y pagando por el regalo y además por tus tragos y los de otros...Bueno, regreso al cumpleaños tradicional. Primero si te invitan a un cumpleaños, alguna cercanía tendrás con el festejado, con la cual bastaría, me imagino, para que hicieras el esfuerzo emocional - no necesariamente económico - , de simplemente ponerte en el lugar de él o ella y pensar qué le gustaría que le regalaras. Pues bien cada vez que voy a un cumpleaños veo, uno, que hay gente que no llega con regalo, asunto que a todas luces ya me parece impresentable, y dos que cuando llevan algo, regalan botellas de licor, ¿desde cuándo regalar alcohol se convirtió en un must? Aunque el vino sea reserva, agarrar una botella de la góndola del Jumbo ¿qué esfuerzo requiere? Un poquito más de dedicación no estaría mal.

Último ejemplo. Con otro conocido nos gusta intercambiar libros. El compra libros, los lee, conversamos de ellos y si me tincan me los presta, aunque a veces me los pasa igual sorprendiéndome gratamente con su selección. Por mi parte yo hago lo mismo, compro un libro, lo leo se lo comento y se lo paso si a él le gusta. El problema que tengo es que mi conocido no me devuelve los libros. Me tiene libros hace más de un año y me da mucha lata tener que pedírselo. No está de más decir que apenas termino yo sus libros se los devuelvo inmediatamente. También curioso ¿no?

Aparentemente los seres humanos somos seres gregarios, tendemos a socializar y a agruparnos, por eso es que no dejo de encontrar insólitas ciertas conductas que atentan un poco contra este sentimiento de comunión que nos permite relacionarnos.

Por una parte nos quejamos constantemente de las vidas solitarias e individualistas que llevamos, pero por otra parte pareciéramos que nos esforzáramos, incluso con esmero en tensionar las escasas relaciones de amistad que forjamos con ciertas actitudes que atentan o podrían atentar un poco a éste espíritu.

El hecho de cada vez llevar vidas cada vez más hiperconectadas pero de una forma más tecnológica que emocional pareciera que ha producido que conectemos menos con las necesidades de nuestros semejantes sobre todo en estos tiempos de pandemia. Los grupos de whatsapp a mi modo de ver no han hecho más que enturbiar las relaciones de amistad. Tengo grupos de whatsapp para todos los gustos, pero algo me dice que la cercanía real viene de otro modo. Todos esos "diálogos" que se producen se reducen a cadenas, memes variados, discusiones estériles e incluso cierto bullyng temerario que ocasionan el enojo de alguno de los participantes e incluso su abandono del grupo. Y sin embargo me cuesta recordar alguna reunión real que se haya producido de esos grupos. Es cierto que la cuarentena ha dificultado en exceso las reuniones sociales, pero es algo que venía sintiendo desde antes y que por supuesto agudizó el maldito bicho. Por último y en lo mismo: whatsapear ¿ya reemplazo definitivamente a un buen saludo por teléfono, o un apretón de manos? ¿No acusar recibo por ejemplo de un correo electrónico habla de informalidad en la red, o de poca preocupación o lata definitivamente?

Cómo dice un querido profesor las habilidades blandas son las más duras de aprender pero son tan necesarias sobre todo en tiempos en que la mascarilla impide toda la rica gestualidad facial. Son necesarias para saber iniciar, mantener y finalizar una conversación para mantener una escucha activa o saber hacer preguntas o pedir disculpas o ayuda, identificando de paso nuestros sentimientos y nuestras emociones y conectándonos con nuestro corazón.

Me quedo entonces por ahora con la vieja escuela. Que hablaba también de ciertas formalidades y deberes sociales y que más que entorpecer, o restar ayudaban a mantener eso que llamamos relaciones interpersonales.

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