OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN PANDEMIA

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OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN PANDEMIA

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OBSOLESCENCIA PROGRAMADA EN PANDEMIA

Se me acaba de echar a perder el refrigerador. Ya no congela. Solo enfría, por lo que los productos congelados se derriten en su interior. Me niego a tener que cambiarlo. No tiene tampoco tantos años de uso. Y ahora que comienzan los días fríos creo que me las podré arreglar así por un tiempo.

En nuestra sociedad contemporánea, estamos rodeados de cosas materiales que parecen tener una vida útil cada vez más corta. El consumismo y la cultura de lo desechable se han vuelto omnipresentes en nuestra vida. Desde los teléfonos inteligentes que se vuelven obsoletos en cuestión de meses, hasta los electrodomésticos que se averían antes de que termine su garantía, vivimos en una cultura en la que lo nuevo y lo desechable son la norma.

El ejemplo más palmario lo encuentro en las impresoras. Ya no recuerdo cuántas he tenido y todas han fallado por razones diferentes, al cabo de muy poco tiempo de comprarlas. Desde hace un tiempo decidí ya no gastar más plata en ellas ni en sus siempre carísimos cartridges. Que mi hijo se las arregle como pueda con las tareas del colegio.

¿Recuerdan cuál era el slogan de los productos FENSA?

Era: "¡Hecho para durar!"

En la casa de mis padres hubo una lavadora de esas que se echaba la carga desde arriba que duró y no exagero décadas. Esos productos ya no existen más.

¿Saben cuándo todo acabo?

Cuando a unos listillos se les prendió la ampolleta (en este caso más bien no se les apagaba nunca) y se dieron cuenta que los filamentos de las ampolletas podían durar eternamente por lo que el negocio de las bombillas no existía si estas no se "quemaban" al cabo de un tiempo. Para esto la General Electrics, la Philips y otras compañías eléctricas se reunieron en Europa y se coludieron entre ellas para crear filamentos con una vida media más corta.

De esa reunión salió el término obsolescencia programada de la cual en cierta forma todos somos víctimas en la actualidad. Esto lo aprendí cuando vi un documental sobre "la bombilla de Livermore". Esta se encuentra en el departamento de bomberos de Livermore, California, y ha estado funcionando de manera continua desde 1901. Fue fabricada por la Shelby Electric Company en la década de 1890 y se instaló en el cuartel. Desde entonces, ha funcionado prácticamente sin interrupciones durante más de 120 años. Y cada año los habitantes del pueblo van a celebrar "su cumpleaños" con torta y cantos y se ha convertido en un símbolo de la durabilidad y la longevidad, en una época en que la mayoría de las ampolletas modernas son de tecnología LED y paradójicamente tienen una vida útil mucho más corta.

Mientras tanto muchas cosas en nuestra vida cotidiana se vuelven obsoletas y son desechadas rápidamente, incluso algunos productos pareciera que tuvieran fecha de vencimiento desde el momento en que los sacamos de la caja. A veces me da la impresión que esto mismo sucede en las relaciones amorosas o en los trabajos. Queremos el nuevo producto ¡ya! Una vez que nos aburrimos del antiguo.

El efecto pandémico que nos llevó a tener una mayor conciencia sobre el consumo responsable y una reducción del derroche pareciera por otra parte que comienza su retirada.

Chul Han en su libro "La sociedad de la transparencia" llama a esto la mentalidad de insatisfacción constante, donde las personas buscan constantemente la novedad y el cambio en lugar de apreciar lo que ya tienen.

Yo mientras tanto prometo que seguiré con mi no tan viejo refrigerador este invierno.

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