CONSTRUCTORAS E INMOBILIARIAS EN PANDEMIA

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CONSTRUCTORAS E INMOBILIARIAS EN PANDEMIA

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CONSTRUCTORAS E INMOBILIARIAS EN PANDEMIA

Me gustaría hablarles de las inmobiliarias. Y de las constructoras. Me joden ambas hace rato. Me molesta mucho su voracidad desmedida. Me irrita su falta de estética. Con ese urbanismo rasca. Me sulfura su apresuramiento por demoler rápido. Me intimidan sus grúas balanceándose sobre mi cabeza. Me provoca fastidio su presencia a lo largo de la ciudad. Creciendo sin control o con escaso control o inefectivo control.

Me gustaría hablarles también de todas esas casonas del casco histórico de Viña, que han ido esfumándose delante de nuestras narices sin que pareciese a nadie le importase. Y que se han ido convirtiendo en farmacias y bancos. Y en edificios. O de cómo el campo dunar ha ido desapareciendo.

Pueden ver además el programa City Tour de Marcelo Comparini Y Federico Sánchez dedicado a Viña. En un segmento hablan de la proliferación de edificios que se han construido en el sector de Cochoa. Lo mismo puedo decir para amplios sectores de Viña del Mar.

La historia es la siguiente. No es una gran historia.

Por razones laborales me toca cruzar la ciudad. De vez en cuando, me desvió de mi ruta habitual. Y de pronto una cuadra o la mitad de ella han desaparecido. Lo que antes estaba. Ya no está. Chao chalet de dos pisos. Chao mansión con hermoso antejardín. Adiós pequeño condominio de 2 o 3 casas. Y lo que existe ahora es un cerco, feo, de madera tipo tablones, con el nombre de la constructora o del futuro proyecto inmobiliario impreso en él. Con una leyenda siútica que dice algo así como: aquí se construirá el edificio Costa de algo o Terrazas de algo (todos se llaman así; ni siquiera en eso son creativos)

Lo más penoso es que veces no recuerdo lo que había antes en ese lugar. El panorama es deprimente porque, literalmente han arrancado un trozo de la ciudad en cuestión de horas. Ahí la furia me invade. Lo siento. No lo puedo evitar.

Lo peor viene después. Son los edificios. Todos más o menos similares; en colores, en estructura, en altura. Gigantes sin vida. Y donde antes vivían 3 o 4 familias. Ahora vivirán 100.

¿Hay alguna reflexión como ciudad, qué hacemos respecto a lo que queremos o necesitamos en nuestro entorno público? ¿O esto es materia que sólo les compete a algunos iluminados?

¿No es posible que estas construcciones puedan ser obras de arquitectura un poco más sofisticadas – en imaginación - que mantengan cierta belleza y armonía con su entorno y que ojalá obedezcan a un plan de intervención urbana, coherente y armónico; sin que ese tremendo quebradero de cabeza para la oficina de arquitectos signifique necesariamente mayores costos para sus futuros moradores pero sí, un aporte para la ciudad?

Por ejemplo, que detrás de esas construcciones exista una idea, de un imaginario urbano y de una filosofía de lo que queremos como ciudad, (a menos que la filosofía sea construir hoteles y malls y edificios en primera línea, como sucede en Cancún, Dubái o Miami, asunto del cual yo no me he enterado) y se edifique y construya alrededor de ese concepto de ciudad, y no justamente al revés, donde vemos construcciones fuera de toda proporción y estética creciendo sólo por el hecho de contar con los recursos, moviéndose al filo de los planos reguladores, o aprovechando resquicios legales y no por obedecer a una concepción u ordenamiento territorial armónico con los ciudadanos y el entorno.

Pero, eso está difícil. Y con el nivel de algunas personas que se postulan alcaldes en estas elecciones futuras lo está aún más.

Viña del Mar, necesita con urgencia una actualización de su Plan Regulador, ahora, pronto, pero sobre todo una conversación sobre lo que quieren los ciudadanos de aquí a 25 años más en su ciudad.

Que no se me mal entienda. ¿Crecimiento inmobiliario? Ok. Pero regulado y en base a una idea de ciudad, por mínima que esta sea. ¿Qué altura? ¿Qué tipo de construcciones? ¿Qué se puede botar? ¿Qué se puede reparar o remodelar? O sea un plan bien diseñado, ojalá con conjuntos armónicos y en dialogo con sus vecinos.

Las ciudades que más han avanzado en calidad de vida urbana han demostrado que esto se logra privilegiando los espacios públicos, mejorando el transporte, generando áreas verdes, plazas, parques y veredas seguras.

Y de pasada tal vez podría surgir alguien. ¿No hay nadie?, ¿Dónde están los Franciscos Vergara del siglo 21? ,qué se le ocurra financiar algún centro cultural, y construya algo apropiado para esta hermosa ciudad, tipo teatro del lago en Frutillar. Para su gente. Para nosotros.

Entre tanto edificio.

Entre tanto cemento...

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