SOL Y PANDEMIA

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SOL Y PANDEMIA

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SOL Y PANDEMIA

          "Si ves el rayo verde, serás capaz de comprender tus propios sentimientos y los de los demás" (Julio Verne)

El sol lo condiciona todo. En época estival sin duda que la presencia brillante e inmensa del sol, marca los tiempos, los ritmos, las voluntades, las decisiones, los estados de ánimo, incluso los sentimientos de aquellos seres que llamados por el grito ancestral de la tribu; que funcionaban en base a los ciclos solares, se reúnen en torno a su presencia, lo buscan, lo adoran lo necesitan y lo respetan. Así el hombre contemporáneo, al igual que sus antepasados más primitivos, peregrina en busca de aquellos  rayos salvadores, ahora eso sí, con razones mucho más pedestres pero no por eso menos válidas. Es cosa de ver cómo la gente a pesar de la pandemia, se agrupa en torno a las playas, lagunas, lagos y ríos, para sentir su influjo y su presencia y poder establecer una comunión que tiene mucho de paradójico pues, por una parte parecieran necesitar esa brillante energía,  cómo un alimento vital para su funcionamiento, pero por otra parte se torna ineludible el deber de sumergir esos cuerpos expuestos a los rayos, en el agua fría,  en un rito de limpieza y frescura.

Personalmente, yo prefiero el sol de las estaciones frías. Me refiero a ese sol que se cuela a través de tupido follaje en  paisajes de bosques nevados. Me refiero a caminatas por la nieve con el  vapor de aire saliendo por tu boca y nariz y el sol alumbrando tibio arriba. Me seducen esos paisajes cordilleranos, sureños o de países nórdicos, con tazas de cafés humeantes o un chocolate caliente, parcas abrigadoras y un buen par de lentes con protección uv. Y me seduce de sobremanera aquel espectáculo maravilloso
que es la salida del sol después de una noche de intensa nevazón donde se ve reflejado prístinamente cómo caen los rayos solares sobre el manto blanco de la nieve virgen, mientras comienza su lento derretimiento.

Pero, volviendo al sol estival, recuerdo una película que vi de joven y que me gustó mucho. En ella la protagonista, Delphine, es una chica tímida y no precisamente muy atractiva, que decide vacacionar sola, después de una desilusión amorosa, con esa desesperanza del que ya ha perdido un poco la fe en el amor y arrastrando a cuestas esa torpeza que muchas veces dificulta el encuentro nuevamente de los corazones, pues salió mal herida de toda esa historia y no sabe cómo actuar. La película de la que hablo se llama El Rayo Verde y es de un cineasta francés llamado Eric Rohmer que siempre hizo estupendas películas sobre gente que no siempre consigue lo que quiere, porque tal vez no se atreven o no saben cómo pedir lo que desean,  porque éste es un cineasta de verdad y porque la vida es así y no una película Disney. Sin embargo El Rayo Verde no es una película pesimista, a pesar de que la protagonista pareciera perdida gran parte del tiempo. Durante su andar se entera de la novela de Julio Verne, "Le Rayon Vert" ,cuyo nombre proviene del fenómeno óptico que se produce en el último rayo que irradia el sol antes de ocultarse en el mar y que dice la leyenda de que si dos personas contemplan juntas la aparición de ese rayo verde, se enamorarán. Pues bien, finalmente la protagonista asiste en la compañía de un chico suizo que ha conocido casualmente a contemplar dicho fenómeno, en una escena muy emotiva y a la vez esperanzadora para ella, pero también para nosotros, simples e ingenuos espectadores, que nos quedamos también maravillados y por qué no también ilusionados frente a este espectáculo sempiterno, mágico y siempre romántico que es el sol ocultándose en el horizonte y despidiendo el día.

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