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COVID-19 Y EQUIPOS DE SALUD
"Clave 19 desde sexto piso a UCI. Clave 19 desde sexto piso a UCI. Prohibido el transito". Resuena el aviso, como un mantra, por los altavoces del hospital en el cual trabajo.
Todos sabemos, desde semanas, que esa clave, significa que un paciente con Covid-19 positivo se traslada, en este caso, desde el servicio de medicina a la unidad de cuidados intensivos, y todos sabemos además que ese paciente probablemente agravó su estado y por ende requerirá pronto ventilación mecánica, pero sobre todo, sabemos o lo intuimos con sobresalto y horror – todos, absolutamente todos, desde médicos a auxiliares de aseo; desde enfermeras(os) a administrativos - que aquel paciente desconocido se apresta a librar una antigua y épica batalla, la batalla entre la vida (su vida) y la enfermedad.
Lo particular de esta contienda, es que este paciente contará a su lado con un batallón de buenos hombres y buenas mujeres, que lo acompañaran durante los días y noches que hagan falta, sin pedir tregua, ni darla, dando lo mejor de sí y tal vez, un poco más. Es un batallón de gente común y corriente. Pero, que tienen algunos rasgos que los distinguen. Por ejemplo detrás de sus rostros sudorosos, tapados por mascarillas quirúrgicas y antiparras puedes encontrar la palabra servir que brilla como un oro. Y si buscamos un poco más encontraremos debajo de sus pecheras celestes, la palabra valor escrita infinidad de veces. Son personas, de carne y hueso, dando lo mejor de ellos, y que no dudan en abrir los ojos en medio de la pesadilla, en medio de la oscuridad.
Y la oscuridad en esta pandemia tiene mil rostros.
Uno de esos rostros se aparece cuando te ves enfrentado a servicios llenos, con pacientes volteados, con sus espaldas mirando al techo blanquecino, y empiezas a encontrarte con espacios que antes eran oficinas, reconvertidos, para aumentar así lo lugares de hospitalización, pero sobre todo cuando te topas con personas que pertenecen a otros sectores clínicos, incluso a otras especialidades, trabajando codo a codo y puedes ver en sus ojos, pues sus caras ya es imposible verlas, algo de incertidumbre, pero en toda su actitud sólo ves un admirable compromiso con su trabajo y un gran sentido de pertenecer a un gran equipo.
Le pregunto a P que está saliendo de su turno de 24 horas que va a ir hacer ahora:
-Tengo que dar la prueba final de mi curso online de cuidados críticos. Me contesta sin vacilar, mientras termina de lavarse las manos por enésima vez.
-De ahí espero dormir algo. Ojalá pueda. Me dice subiendo los hombros, con algo de resignación.
Otro rostro que asoma, es el del stress y el nerviosismo, pues la pandemia te convoca a desafíos a los cuales pensabas no estabas preparado(a) pero, eso finalmente tampoco te amilana, sino que te motiva más, incluso aprendes a pedir ayuda, pues sabes que son tiempos extraños y revueltos y sabes que todos estamos aprendiendo.
El otro rostro es el cansancio físico que ni la ducha más caliente muchas veces te lo puede sacar de encima...
Pero el más temido, es el miedo al contagio propio, y no saber a ciencia cierta cómo tu cuerpo irá a reaccionar. Has visto muchos casos con resultados tan disímiles que tal vez por primera vez titubeas cuando sientes que te expusiste más de la cuenta. Pero pronto esos pensamientos los alejas de tu cabeza y vuelves a tu trinchera pues sabes que no te equivocaste al elegir tu profesión y que aún queda mucho por hacer...
"Clave 19 desde sexto piso a carpa de urgencia.Clave 19 desde sexto piso a carpa de urgencia. Prohibido el transito"
Nos miramos con M. ,una colega. En los ojos de ella y en los míos estoy seguro que se puede ver reflejada una pequeña sonrisa. Ambos sabemos que esa clave significa que un paciente COVID 19 se va por fin de alta a su casa.
Ambos sabemos que por algo así, todo esto tiene sentido.
