NAVIDAD EN PANDEMIA

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NAVIDAD EN PANDEMIA

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NAVIDAD EN PANDEMIA

Sursum Corda

Desde mi terraza, que está en un 26 avo piso puedo ver el gran cordón de cerros sur de la ciudad –Las Colinas, Forestal Alto y Chorrillos– pertenecientes a lo que se conocía como la gran hacienda Siete Hermanas. Cruzando estas lomas, como un gran tajo abierto esta una profunda quebrada llena de palmas chilenas que desciende desde los altos de Viña por el cerro en dirección serpenteante hacia donde está a la Quinta Vergara.

Mientras escribo esto, un viernes en la tarde, veo y siento el zumbido incesante y frenético como un avispero, de helicópteros cruzando el cielo de viña a través de un humo continuo y espeso que sigue saliendo de esa quebrada. Todo coloreado con un sol naranja y tembloroso y el ulular inacabable de las sirenas de los carros de bomberos y policías que forman un espectáculo apocalíptico. He contado aproximadamente 6 helicópteros que con una periodicidad religiosa van y vienen tirando agua sobre los restos aún humeantes del voraz incendio que fatídicamente asoló la ciudad jardín y arrasó con esa quebrada.

Curiosamente el día jueves cuando comenzó a desencadenarse el pandemónium me había puesto a ver un documental francés – Fire of love - sobre un pareja de vulcanólogos franceses, los más importantes del siglo 20. Es una hermosísima y alocada y romántica pero también trágica historia de amor de más de 20 años entre Katia y Maurice Krafft que transcurre a altas temperaturas, entre ríos de lava ardiente, ceniza, y erupciones volcánicas y la fascinación que ejerce en los protagonistas la fuerzas tectónicas de la naturaleza. Mientras veía el documental como en una escena de un reality comenzaba lentamente a entrar a través del ventanal abierto el aire caliente, el humo y las cenizas a mi departamento, del incendio que comenzaba a agigantarse en frente mío.

Esa noche las calles de Viña se inundaron de carros de bombas y sirenas y luces rojas y amarillas centelleantes en un inacabable flujo en un movimiento perpetuo que se movilizaba en diferentes direcciones para aplacar la fuerza del fuego que empujado por el viento avanzaba veloz devorándolo todo. Detrás de esas luces y sonidos habían voluntarios de CONAF, policías, pero sobre todo bomberos de diferentes zonas geográficas de la región – vi incluso un carro de Santa María que me emociono profundamente dada su antigüedad y sobre todo del lugar del cual provenía- bomberos que al igual que esa pareja de vulcanólogos temerarios se acercaban al fuego exponiendo sus vidas. También existe un halo de romanticismo en su trabajo. El hecho de que sean voluntarios los hace aún más especial. Hay una mística increíble en su labor que los hace arriesgarse a veces tanto.

Ahora es sábado. Los helicópteros ya no sobrevuelan la ciudad. El sonido de las sirenas por fin ha cesado. El saldo del siniestro es dramático. 250 casas destruidas. 2 muertos. Cientos de personas damnificadas. Hoy en la noche es navidad y eso lo ensombrece todo aún más. El mundo cristiano y no cristiano se apresta a celebrar. No me cuesta mucho imaginar lo que sentirán esas familias cuyos hogares simplemente desaparecieron. Esta fecha puede ser un festín si se está en buena compañía, pero también puede volverse una buena oportunidad para lidiar con esos sentimientos de soledad y tristeza o impotencia si se está solo o has perdido a un ser querido o a tu hogar.

Confiemos en la magia. En la ilusión de la navidad. En este momento, el humo se ha disipado. Y las sirenas se han silenciado. Tal vez el viejo pascuero, que por supuesto tiene puestas todas sus vacunas anticovid, decida una vez más cargar su trineo con miles de regalos, alinear sus renos y emprender su mítico viaje llevando alegría e ilusión a todos los rincones. Sobre todo a aquellos más desamparados. Yo por mi parte esta vez no le pediré nada, solo intentaré recordarle que no se le vaya a olvidar, por nada del mundo pasar por una casita de tres pisos en el sur de Alemania, en la ciudad de Gundelfingen en donde estará mi querido hijo pasando estas fiestas junto a su nueva familia.

¡Feliz navidad para todos y todas!

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