MUJERES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

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MUJERES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

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MUJERES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

¿Qué tal si tú, siendo mujer hubieras nacido en Arabia Saudita? ¿O en un poblado beduino? ¿O en un país que profesará la religión musulmana? ¿O en pueblos o tribus perdidas del Asia meridional o del África subsahariana? Puede que dé un poquito de escalofrío el solo pensarlo, siempre y cuando estés en antecedente de ciertas prácticas, ritos, obligaciones, y deberes que la mujer -en estos momentos- está enfrentada en esos lugares, sólo por el hecho de ser mujer.

Lo más comentado hace un tiempo, fue la polémica que se instaló frente a la utilización de la burka (prenda que cubre la cara y el cuerpo a excepción de una franja situada a la altura de los ojos) en algunos países occidentales, en donde en la mayoría de ellos, afortunadamente, se ha sancionado su uso expresamente; "se prohíbe la ocultación del rostro en espacios públicos", dice la ley francesa.

La ley musulmana, en países como Afganistán, que ahora nuevamente se instaló en el radar internacional debido a la caída de su gobierno previa retirada de las tropas militares estadounidense y el posterior control Talibán, puede obligar a las mujeres a usar la burka en todo momento, entre otras razones para ocultar su belleza. Y si por ejemplo una mujer es agredida sexualmente y no llevaba puesta la burka, seria culpable por provocar a los hombres.

Ahora bien, si tuvieras hijas pequeñas de 12, 13 o 14 años tal vez estarías obligada a entregarla para casarse, como sucede en muchas partes del mundo donde según el diario el País "existen 650 millones de niñas-esposa en el mundo y cerca de 10 millones más están en riesgo de ser casadas a consecuencia de la pandemia". Y donde el pasado 2020 se registró el mayor aumento de matrimonio infantil de los últimos 25 años, según el mismo diario.

Y si de brutalidades se trata lo que ocurre en ciertas tribus beduinas es para horrorizarse pues efectúan por razones religiosas y a menudo como parte de un rito de iniciación una forma de mutilación de los órganos genitales femeninos. La terrible ablación genital que implica la extirpación de partes del clítoris. En cifras de la Unicef al menos 200 millones de niñas y mujeres de 31 países, con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años, han sido sometidas a este procedimiento. Y en algunos países, esta práctica sigue siendo tan común hoy como hace tres décadas. Por ejemplo más del 90% de las mujeres y las niñas de Guinea y Somalía son sometidas a alguna forma de ablación genital.

Por último, y algo menos terrible, pero no por eso era menos discriminatorio. En Arabia Saudita, hasta el año 2018 no habrías podido llevar a tus hijos en automóvil al colegio, ni conducir a tu trabajo, sin decir que deberías usar un velo prácticamente en todas tus actividades públicas pues en ese país a las mujeres no les estaba permitido tener licencia de manejar. Y hasta el 2015 tampoco podían ejercer su derecho a voto.

Es curioso, pero también es propio de nuestra naturaleza humana como a veces damos por sentado ciertos derechos que nos parecen tan propios e incluso de sentido común. El control y preferencias de nuestra sexualidad. El derecho de poder ejercer nuestro deber cívico. O no sentir ninguna forma de discriminación o intimidación por grupos o el estado que gobierna tu país.

Volviendo a Afganistán, qué oportunidad más clara tiene el mundo occidental, pero particularmente me atrevería a señalar el movimiento feminista de poner su energía y su decisión en procurar que se mantengan las libertades alcanzadas por las mujeres en ese país y que incluso se puedan seguir perfeccionando.

En nuestro país también hay más oportunidades de mejora. Leo en la prensa local de esta semana que un 75% de las constituyentes recibieron mensajes violentos o de odio en sus cuentas de Twitter, según un estudio de la Universidad de Santiago. Eso es una forma de coerción que se debe rechazar categóricamente independiente de la postura política.

Sin duda que se avanzado muchísimo en la situación de las mujeres, en su consideración, en su respeto, en su igualdad de oportunidades. Bien por ese camino andado. Pero, a no olvidar que aún son muchas que no lo están pasando nada de bien en diversas partes del mundo. Pero, nada de bien. 

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