NUEVA COTIDIANIDAD

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NUEVA COTIDIANIDAD

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NUEVA COTIDIANIDAD

    ¿Cómo celebrar cumpleaños desde tu automóvil?...

    Leo una entrevista a Simon Rogers, el editor de datos de Google¡vaya trabajo!, pienso – y cuenta como aumentó en un 5000 por ciento esa búsqueda y a continuación señala que eso, es algo de lo que nadie había oído hablar antes, (y que es simplemente juntar a los amigos e ir en grupo a la casa del festejado a saludarlo, obviamente sólo desde el auto, para así lograr mantener el distanciamiento social.)

    Sin duda la pandemia y el confinamiento, obligado o no, al cual nos hemos sometido ha modificado nuestros comportamientos en muchísimos ámbitos de nuestra vida, obviamente el familiar y el laboral pero, también nuestros hábitos de vestimentas- la ropa casual en casa la lleva-, nuestros hábitos alimenticios (cómo hacer masa madre ya es lo máximo), nuestra convivencia con amigos (as) , parejas, la práctica del fitness (indoor se entiende), la entretención y distracción (toda la variedad de posibilidades que nos da el streaming) , el sexo ya sea en su versión extreme: celibato obligado, o como sexting o cibersexo que, personalmente considero un consuelo modesto; incluso el propio consumismo, sobre todo aquel que nos parecía indispensable y esencial pero, que ahora nos damos cuenta que no lo era para nada , o la forma de hacer política, o las nuevas miradas que estamos dando a nuestros sistemas de salud pública y al rol esencial, pareciera, que cumple el estado en nuestras vidas, sólo por poner algunos ejemplos.

    Pero junto con este cambio de hábitos hay dimensiones algo más existenciales, por llamarla de alguna forma, que también están transformando nuestra cotidianidad y tal vez quién sabe hasta nuestra propia identidad.

    Lo primero en lo que pienso es en el futuro. Ya no existe. Bueno, nunca ha existido. Pero ahora ese futuro, siempre incierto, se tornado aún mucho más volátil, líquido e inalcanzable. En términos simples muchos no saben (población de riesgo) si lograrán sobrevivir a la peste, por lo que se cuidan con esmero día tras día. Pero además, visualizar el futuro en términos de proyectar un viaje, o vacaciones, reiniciar los estudios, volver a trabajar o planificar alguna actividad se ha tornado extremadamente difícil de hacer. La regla de oro parece ser el aquí y el ahora. Poco a poco nos hemos dado cuenta de que vivíamos en un mundo acelerado e inasible donde parecía que el tiempo no nos alcanzaba, y era un bien preciado. Pues bien, de pronto tenemos tiempo. Mucho tiempo. De sobra. Disponible. Pero, no para ensoñaciones, ni vaguedades, si no para cosas concretas, para cultivar el día a día, y hay tiempo además para pensar en las preguntas que habíamos dejado en suspenso (¿que estoy haciendo con mi vida?; ¿es esto lo que quiero?) y que pateábamos para más adelante, muchas veces por miedo a las respuestas y que producto del encierro ahora parece que nos persiguen por toda la casa. Nos hemos dado cuenta que, en otras palabras, si quieres mirar el futuro tendrás que mirar el presente, por feo e ingrato que lo veas. No nos queda otra. La pandemia como un enorme espejo curvo.

    Lo otro que ha sucedido es que hemos perdido el concepto de afuera. Todo ocurre adentro. Nuestra identidad estaba muchas veces definida por el afuera. Nos vestíamos de una determinada forma para salir. Íbamos a determinados lugares para ver o ser vistos. Pertenecíamos a grupos cuya principal motivación era, más allá de la propia actividad, poder compartir y practicar nuestro espíritu gregario y todo eso está en compás de espera. Ahora sólo nos queda estar adentro.

    Aquí y ahora, y adentro.

    Rogers señala: "cera casera para cejas", también dentro de las búsquedas más solicitadas a Google. Tiene sentido – dice el editor - pero también asusta un poco, concluye. Si asusta un poco. Pero es el primer paso. De las cejas, al sentido de la vida.

    No es fácil encontrarle un lado bueno al virus. Su irrupción brutal puede que sea el principio del fin de muchas formas de comportamiento. Pero estoy seguro que nos ha conectado con algo mucho más esencial y vital. Nosotros mismos.

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