MASCULINIDAD Y PANDEMIA PARTE 1
En la red social de una mujer, supongo algo decepcionada de los hombres, ella ha subido la siguiente caricatura en la cual se ve a 2 mujeres conversando.
Una le dice a la otra:
-Las mujeres somos más expresivas, más comunicativas, más fáciles. En cambio con los hombres nunca se sabe... tú por ejemplo ¿cómo te das cuenta cuando un tipo es feliz...?
-La amiga contesta: ...cuando grita gol.
Veo otra imagen similar subida también por otra mujer, en ella un hombre le dice a otro hombre:
-Mi esposa dice que nunca la escucho, o algo así...
Me restregó los ojos. ¿Es broma?
Por alguna razón el tema de pareja me ha importado desde que me empecé a emparejar. Algo influyó en mí el que crecí escuchando aquellas clásicas frases en apariencia chistosas de que los hombres no sabíamos ubicar dónde estaba el clítoris, o que incluso muchos desconocían de su existencia, o que al hacer el amor no le dábamos ninguna importancia a los preámbulos, sin contar todo lo referente a lo nulo que éramos en la cocina, o que no participábamos en la crianza de los hijos. Ese era el paradigma dominante.
Por lo que con algo menos de 30 años de edad, ya había participado en un par de encuentros para parejas con terapeutas, en parte también por encontrar respuestas que yo desconocía respecto a ese fascinante mundo y de mí mismo. El año 1999 recuerdo además, leí un libro muy interesante llamado La sexualidad secreta de las mujeres (Editorial Sudamericana), de la periodista Patricia Politzer y de la psicóloga Eugenia Weinstein. Previamente me había hecho adicto a las columnas (que aún conservo) que Eugenia Weinstein escribía en la revista del sábado del Mercurio, bajo el sugerente título de Felicidad a la orden. En ella tocaba tópicos sobre sexualidad, relaciones de pareja, amor y un largo etc. todo escrito con pluma ágil, y de una gran profundidad y cercanía. Y lo que terminó de cuadrar lo que yo llamaría la parte teórica en mi educación sentimental fue la serie Sex and the city en la cual de una forma amena, entretenida y para nada superficial cuatro amigas hablaban sobre feminidad, pero también de masculinidad y obvio, relaciones de pareja.
Pero, volviendo a esos chistes y al escuchar a algunas mujeres y sus comentarios en eventos sociales, o en el trabajo, o en las mismas redes, me atrevo a decir que ese paradigma sigue dominando en muchas de ellas, me temo hasta el día de hoy. ¿En qué consiste? En sencillo lo pondré así: hay mujeres que piensan que a los hombres dejándolos hacer un asado; permitiéndoles ver o jugar fútbol y teniendo sexo con ellos a lo menos una vez a la semana basta para hacerlos felices. Y van repitiendo eso por ahí.
Y eso no es porque los hombres no hayamos cambiado. Todo lo contrario, ¡vaya que hemos cambiado y mejorado! Y habría que ser muy mezquino(a) cómo para no reconocerlo. Persiste ese paradigma porque que hay un grupo de mujeres (algunas, no todas, ¿ok?) de diversas generaciones que simplemente no han hecho la tarea.
Creo derechamente que muchas no han hecho la tarea en el sentido de saber qué más puede gustarle al hombre (somos también seres complejos) o qué más nos puede excitar (no somos sólo pene), pero además en otras dimensiones cómo: ¿qué dice de nosotros el tipo de música que escuchamos? o ¿por qué nos emocionamos con alguna película en particular? o que también nos puede gustar que nos digan algo bello si cambiamos de corte de pelo o de pantalón. Creo además que el discurso feminista ha copado la discusión actual, y de paso la única damnificada ha sido la pareja por esta disonancia. En ese sentido es que pienso que algunas mujeres están al debe en su educación sentimental respecto a los hombres.
Debo decir por lo tanto que esos chistes en las redes son ofensivos. Por lo menos para un grupo de hombres, al cual pertenezco, y que a lo largo de su vida no se ha enfrentado al tema de pareja solamente desde la intuición o la repetición de patrones hereditarios, sino que se ha preocupado por informarse, por escuchar, por crecer, por ampliar su conocimiento de ese mundo intrincado al que llamamos las relationships.
Y que miramos al sexo cómo la piedra angular en toda relación adulta, pero que no creemos ni por asomo que termina ni comienza en la cama.
En tiempos de pandemia donde ha quedado tiempo para adquirir muchas competencias nuevas (la famosa masa madre) no he visto a mucha gente hablando de afectos, de amor, de sexo, y sobre todo de algo que se ha hecho tan difícil cómo es el crear nuevas relaciones afectivas, o mantener las que están funcionando.
Tal vez sea éste un buen momento, mientras combatimos al virus.
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RELATOS DE CUARENTENA
غير روائيColumna de opinión sobre diversos tópicos, libros, política, cine, tv, personajes, memoria etc