ART Y PANDEMIA

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ART Y PANDEMIA

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ART Y PANDEMIA

Este fin de semana y después de tomarme un antígeno que salió negativo por un resfrió de aquellos vi una versión española de la obra de teatro ART, de Jazmina Reza que encontré en internet a modo de homenaje póstumo al actor Alberto Vega y me sirvió para chequear que tan bien o que tan mal ha resistido el paso del tiempo.

El año 1999 la vi por primera vez en Santiago en el teatro de la católica. En ella actuaban a un nivel altísimo Cristián Campos (Sergio), Willy Semler (Marcos) y Alberto Vega (Iván) y debo decir que me conmociono profundamente. Meses después la estrenaron en Viña del Mar, en nuestro extrañado Teatro Municipal y por supuesto que también partí a verla.

La trama es simple y diría casi anecdótica. Tres amigos se reúnen en el departamento de uno de ellos, que se ha comprado un cuadro de un artista que está de moda, "un Antrios", y cuya característica principal, por no decir la única, es que la pintura esta hecha enteramente de color blanco, exceptuando unas pequeñas líneas, pero del todo invisibles, de color gris y además ha pagado una altísima suma de dinero.

En torno a este hecho y sus implicancias se desarrolla la trama donde van surgiendo a medida que la obra trascurre espacios para el humor y la ironía , matizado con comentarios de índole estética; ideas sobre la amistad, reflexiones sobre el deber ser, el sentido de las apariencias y los prejuicios y algunos alcances sicológicos referentes a los lazos que conforman una amistad y las relaciones de poder que se tejen entre ellas y hasta qué punto permanecemos o podemos permanecer fieles a nosotros mismos cuando esta amistad se pone en juego.

Doce años después se volvió a montar la obra, ahora con Andrés Velasco, Juan Pablo Sáez y Nicolás Saavedra y nuevamente fui a verla y a pesar de que iba con algo de ansiedad, cómo si fuese a encontrarme con un antiguo amor al cual no ves hace mucho tiempo, debo decir que me produjo nuevamente una gozosa sensación. Lo único diferente fue que mi simpatía hacia ciertos caracteres se había desplazado hacia otros. Y creo que lo que sucedió fue que ahora era capaz de ver no sólo las cualidades más atrayentes o atractivas de los personajes, cuestión fácil, si no poder comprender el porqué de esos rasgos de carácter probablemente más antipáticos e indeseados. El intelectual, arrogante y provocador, el arribista, que mira con desdén a sus amigos "ignorantes" que son incapaces de ver la belleza de su cuadro, el sumiso e inseguro, aguantando estoicamente cada una de las andanadas verbales e hirientes de sus amigotes y equilibrándose emocionalmente a duras penas, tironeado por su madre, su pareja, y la sociedad en la cual le toco vivir. El conservador de pensamiento rígido, que ve la vida sólo a través de su propio cristal y que con su verbo filoso como bisturí denigra a todo aquel ser humano que piense lo contrario.

Ahora que la vi de nuevo me vuelve a conmover como trata el tema de la amistad, particularmente la masculina y las transformaciones que pueden suceder en el tiempo a partir del cambio y las decisiones que cada uno va tomando y el respeto y la aceptación que esas decisiones conllevan o las trizaduras y alejamientos que también pueden producir.

Y me hizo volver a preguntarme: ¿Cuánto hay de esos personajes en mí y que soy capaz de reconocer?

Uno de los actores en una de las agrias discusiones le dice al otro: "cuando sonríes, me vuelve la esperanza". Supongo que en el humor está la clave de todo.

De eso va Art, no va tanto de arte contemporáneo, si no del arte de las relaciones humanas y es por eso que me ha cautivado desde sus inicios.

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