AMORES DE VERANO Y PANDEMA

32 0 0
                                    

AMORES DE VERANO Y PANDEMIAAcabo de cumplir 54 años

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


AMORES DE VERANO Y PANDEMIA
Acabo de cumplir 54 años. Parece toda una vida. En cierta forma lo es. Mis ocupaciones actuales gracias a mi hijo ya no giran afortunadamente en torno a mí. Creo que eso es lo mejor de ser padre. Dejas de ser tan importante. No se crea, que no me importa lo que me pasa o deja de pasar. Pero, he adquirido una cierta compliance y tranquilidad que me hace disfrutar lo que soy y lo que hago. De hecho, me fui a subir un cerro para celebrar esta libertad de espíritu y la benevolencia física que aún mantengo. Por eso lo que sucede con Imanol me es mucho más interesante. Por ejemplo, mi hijo está algo ansioso porque aún no se ha producido ese evento irrepetible que es el primer beso. Le digo para darle consuelo que a su edad yo tampoco había dado mi primer beso. Lo que es algo casi cierto. Y agrego que ese momento simplemente llegará. Como todo. Y que el verano a pesar de los contagios (35 mil esta semana), tal vez sea una buena opción.
Me quedo pensando en aquello. En los amores de verano. Siempre fugaces. A menudo intensos. A veces idealizados...
FUGACES: Salí de cuarto medio con 16 años y ese verano fuimos a Los Vilos con mi familia. Caminé muy temprano por la carretera en dirección a un servicentro que vendía El Mercurio para poder ver mi puntaje en la PAA. Volví cabizbajo. Esa noche en una fogata en la playa conocí a Pamela que era de Stgo. Caminamos de la mano por las dunas, bailamos Careless Whisper en la discoteque Lord Willow y nos bañamos en el mar frio. Después, la fui a ver ilusionado en marzo a la capital desde mi pueblerino San Felipe, pero el verano ya había acabado para ella. Y acabó en ese momento abruptamente también para mí.
INTENSOS: Primer año de Universidad en Temuco. Tengo 18 años. Llegó el ansiado verano. Hay muchos amigos nuevos. También nuevas locaciones, desconocidas por mí por descubrir. El grupo de Chillán habla de Dichato, un balneario inexplorado, pero donde se pasa bien ("la raja") dicen ellos. No estan equivocados. Para nada. Vamos en patota. Arrendamos una pieza. Es todo muy precario, pero nos sobra juventud, simpleza y energía. Conocí en una noche agitada a Ana. Después, poco a poco mis amigos empezaron a devolverse a sus hogares. Yo me quedé todavía unos días más con ella. Volví feliz a mi casa.
IDEALIZADOS: Con 23 años llegué a vivir a Viña. Ese verano conocí a una chica argentina. Alejandra. Enganchamos rápidamente... Tenía un pelo largo y motudo y de color rojo. Una preciosura. Aún conservo una foto que nos tomamos. Ella se compró un personal discman Sony. Un reproductor de discos compactos. Todo un gadget para la época. Escuchaba Pink Floyd. Me mostró: Wish you were here. Por supuesto que aluciné. Volvió a Argentina y estuvimos meses escribiéndonos (cartas). Pero, lo primero que hizo ella al llegar a Buenos Aires, sí era porteña, fue mandarme un casete -que por supuesto también conservo- grabado por ella con su voz. Una especie de mensaje de audio noventero, intercalada por canciones de un álbum que recién estaba apareciendo allende los Andes. El álbum, presentado por nada menos que Lalo Mir en la radio Rock & Pop trasandina era Colores Santos de la dupla Cerati-Melero. En una de sus letras que ella me recita dice: "Te extraño en las tardes/Quizás no es amor lo que me hace buscarte/...Viajando en la luz/Te quiero abrazar un beso perfecto." Después le perdí el rastro. Pasaron los años. Muchos. De pronto me llegó una postal. De Paris. Era ella. En la ciudad luz, me escribió: "...pasaron muchas cosas, otras no pasaron; por ejemplo, pasó que no te volví a escribir, pero no pasó que te haya olvidado". Años después fue mi turno. También desde Paris le envié una postal que no sé si recibió. De ahí no supe más de ella. Cada cierto tiempo la busco, pero desapareció del mundo. Sin dejar huella.
Mi niño me dice, que la historia se repite, cuando le comenté que a su edad yo tampoco había dado un beso. Me enternece su mirada.
Pienso que aún queda bastante tiempo para que el verano pueda hacer su magia con él.
Bueno, como lo ha hecho desde siempre.

RELATOS DE CUARENTENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora