MASCULINIDAD Y PANDEMIA PARTE 2

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MASCULINIDAD Y PANDEMIA PARTE 2

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MASCULINIDAD Y PANDEMIA PARTE 2

¿De qué hablamos cuando hablamos de (nueva) masculinidad?

Uno: Ser masculino es una construcción social por lo que de entrada yo diría que es preciso, aunque suene paradójico, dejar de lado el estereotipo del género. Recuerdo una tarde de vergüenza en el cine cuando una chica que estaba sentada a mi lado me pidió que le abriera su botella de bebida. Adivinen. ¿Lo pude hacer? ¡Claro que no! No estuve a la altura –en mi mente cavernícola- de lo que mi género me demandaba y me costó sus buenos minutos poder volver a concentrarme nuevamente en la película. Dejar atrás el género significa ser más libre. Punto. No hay una sola forma de ser hombre, así como tampoco existe una sola forma de ser mujer.

Dos: Para los que somos padres, en vías de serlo o con intenciones de serlo dejar atrás la idea -otra más- que en materia de crianza y educación de los hijos somos unos invitados. No señor. Estamos implicados en cada una de las decisiones que les conciernen a nuestros hijos(as) y podemos y debemos ejercer ese derecho a plenitud.

Tres: Hay algunas mujeres (repito, algunas mujeres) que se comportan cómo la izquierda política. Liberales en lo valórico, pero conservadoras en lo económico. Más allá del gesto gentil de pagar la cuenta, o invitar las vacaciones al caribe, la idea del hombre cómo El proveedor me parece ya trasnochada y superada en los hechos. Considero además que ésa expresión, es una pesada mochila que muchos de mis contemporáneos deben dejar a un lado. Aquí el elemento colaborativo es clave. Y el mostrarse vulnerable en los vaivenes económicos es una muestra de sinceridad más que de debilidad. Contigo pan y cebolla no debiese ser solo una frase.

Cuatro: Abandonar definitivamente la posibilidad de violencia como muestra de hombría (acoso, comentarios sexistas, violencia física y/o psicológica) que se volvió tan constitutiva de nuestra identidad lamentablemente. Es un mandato ineludible para condenarla siempre -la violencia- y sin vaguedades.

En materia sexual también es momento de derribar algunas creencias.

Cinco: En la cama todos somos aprendices y todos somos maestros. Y en el caso de los hombres es tiempo de liberarnos del peso que somos los expertos, que las sabemos todas y que estamos siempre listos. Para nada. Probablemente en mi juventud el partido se jugaba solo en la cancha de la erección, lo que también es un despropósito para los nuevos jóvenes, sobre todo con los niveles de consumo de pornografía que hacen ver todo acto sexual cómo una verdadera acrobacia. Hoy afortunadamente los hombres sabemos que nuestra autoestima y nuestra identidad y el placer de nuestra pareja no se reduce ni pasa por una prolongada y siempre firme erección.

Seis: Un no es siempre un no. Un gran alivio para todos y todas que la conversación se haya sincerado. Y por fin los hombres lo hemos entendido a plenitud y las mujeres lo usarán sin equívocos. Una investigación de 1987 de Muehlenhard y Hollabaugh llamada: "Por qué una mujer diría no cuando quiere decir si", mostró que un 39,3% de las mujeres reconoció haber rechazado una propuesta para tener sexo cuando en realidad quería aceptarlo. Ahora, afortunadamente con la discusión cultural de géneros que tenemos eso no debiese volver a pasar. ¿Cierto chicas? Y los hombres ya no nos volveremos a equivocar.

Siete: y por último, los hombres (algunos, no todos ok) preferimos el sexo asociado a los afectos y de ser posible al amor, pero somos capaces de reconocer y sucumbir a la fuerza avasalladora del placer por el placer, de la erótica y de los sentidos. Solo que también reconocemos esa misma autoridad en las mujeres, desterrando de pasada esa vieja- y absurda- leyenda de que los hombres lo hacen por gusto y las mujeres por amor.

En tiempos de cuarentena tal vez sea un propicio momento para tocar e indagar en estos temas, derribar viejos paradigmas, revisar y actualizar nuestras conductas y nuestras formas de vincularnos, para así poder seguir construyendo relaciones más adecuadas, más duraderas, y sobre todo más felices.

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