VACACIONES EN PANDEMIA

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VACACIONES EN PANDEMIA

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VACACIONES EN PANDEMIA

Se cumplieron 3 años de algo que cuando se inició no sabíamos nada. El primer caso de contagio de coronavirus diagnosticado en nuestro país y por ende todo lo que vino después: encierros, cuarentenas, primeras líneas, muertes, vacunas y la sensación de que muchas cosas ya nunca volverían a ser como antes...

Este particular aniversario me pilló aún de vacaciones. Por primera vez desde mi existencia laboral y por vicisitudes de la vida tomé vacaciones parceladas durante estos meses de verano. Una semana por aquí, otra por allá, y otra más allá, todo para que finalmente el día de mañana vuelva al trabajo. La experiencia fue del todo placentera. Por ahí había escuchado que con este método no te terminabas de adecuar a tu detención cuando, tenías que volver al trabajo, para luego repetir el proceso, por lo que tu cuerpo no se acostumbraba nunca al descanso. No me sucedió para nada eso. Debo confesar sí, que no me cuesta mucho desconectarme del trabajo y ponerme en modo vacaciones. Soy de la escuela del aquí y del ahora. Así que con éste método sentí además que en cierta forma me pasé todo el verano de vacaciones. En estos últimos días de descanso, que nunca lo son del todo pues, finalmente me propongo realizar asuntos que he pospuesto durante el año, pude ser metódico con esas actividades y quedé extremadamente satisfecho (conmigo) al realizarlas. La principal fue poder acompañar a mi hijo en su regreso del intercambio en Alemania y en sus primeros días de clases. Somos buenos para conversar y a pesar que las diferencias de estilo, de miradas, de gustos se van manifestando cada vez con más fuerza, lo que produce sus desencuentros, sobre todo por mi pésima manía de querer aconsejarlo en ciertas cosas, también tenemos muchísimas afinidades que nos unen. No recuerdo haber conversado así de joven con mi papá. Eran otros tiempos, es cierto. Tampoco recuerdo nunca a mi padre pidiéndome que hiciera algo de una forma, o señalándome el camino más conveniente, al contrario, el "laissez faire" era su forma de ejercer su rol como padre, además de su amor, siempre incondicional. Pensé en aquello ahora que estuve mirando al Claudio que fui de niño y adolescente a raíz de que fui a saludar a mis tíos a la casa de veraneo que tienen ellos en Chocota, donde pasé memorables veranos. Aquéllas vacaciones, junto a la compañía de mis abuelos, mis tíos y mis primos fueron tiempos increíbles de diversión, de esos que le son tan propios al verano y ahora adulto pude constatar, una vez más, al ver esa casa que siempre me pareció gigante, y que no lo es, pero donde cabíamos tantos, al sentir nuevamente esa arena fría en contacto con mis pies , al recorrer sus habitaciones con aquellos olores de mi infancia, al contemplar esa cocina-comedor donde se llevaron a cabo tantas bulliciosas tertulias, que finalmente mis tías y mis tíos con su infinita sabiduría dejaron a esos hijos(as) y sobrinas(os) que hicieran lo que sentían sus palpitantes corazones adolescentes, lo mismo que papá hizo conmigo y que tal vez deba empezar a practicar más con mi hijo.  

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