BLOCKBUSTER Y PANDEMIA
Ando entre una mezcla de hastío y nostalgia. ¿Será la cercanía del fin de un año que se ha hecho extremadamente poco leve? ¿Será que la gente que pide la vuelta de las mascarillas me irrita de sobremanera? ¿Será el constatar que tu cuerpo ya no te acompaña tanto? No lo sé. No es que ande pensando que todo tiempo pasado fue mejor, pero si tal vez he revisitado ciertas decisiones de mi vida y he rabiado mentalmente con alguna de ellas. Estoy en eso cuando casualmente, me entero que Netflix acaba de estrenar una comedia llamada Blockbuster, sobre la famosa cadena de videos y de la cual sobrevive solo una tienda en el mundo, en Bend, Oregón (EE. UU.) Hace rato que no tengo Netflix, sus películas me caen derechamente mal, todas son iguales. Se ha convertido en una especie de Mac Donald de realizaciones, y al hacer una serie sobre esta empresa refuerza mi postura, ya que me parece una broma de mal gusto, pensando que gracias entre otras razones a la irrupción de esta plataforma fue que la cadena sucumbió. Me alegro al leer una crítica televisiva que señala que la serie no propone nada nuevo y que puede ser rápidamente desechada.
El 2014 cerró el último local de Blockbuster en Chile y algo parecido a la tristeza me invadió. ¿Cuántas películas habré arrendado en esta tienda? Lo desconozco ciertamente, pero sí sé que fueron muchas, y que invariablemente cada vez que llegaba a mi hogar con una o varias películas en la típica bolsita que te entregaban, mi vida se hacía mejor.
Averiguo un par de datos freak.
La cadena llego al país el año 1996, desembarcando con todo cuando compró la franquicia a Video Chile, que tiempo antes había adquirido la famosísima en su tiempo cadena Errol's. En su mejor momento llegaron a tener cerca de 80 locales repartidos por todo el país. Pero ya el año 2010 Blockbuster se acogía al Capítulo 11 de protección de quiebra en USA, y al año siguiente sencillamente se tuvo que ir a remate.
¿Qué había pasado?
Lo que ustedes y yo sabemos. El arriendo de películas ya no era negocio. Hoy, los consumidores de películas tenemos una variada y amplia oferta de entretención audiovisual que va desde la televisión de pago, a YouTube sin contar como hecho de la causa, pero fundamental la existencia de la piratería y la posibilidad de descarga individual de películas o series.
Pero, es de justicia decir que fue por esta cadena, pero primero que todo gracias a cada pequeño video club de barrio que fue posible ponerse al día con aquellos clásicos imprescindibles del cine, algunos de los cuales solo estaban disponibles en circuitos alternativos, como los de cine arte – Normandie, Biógrafo en Stgo. , o el inclaudicable Cine Arte acá en Viña - o en aquellos ciclos que daban los institutos de cultura, como el del chileno norteamericano, el instituto francés o el Goethe. Los cinéfilos hacíamos fila (la verdad, éramos 2 gatos) para ver esas películas que el circuito comercial nos negaba, y fue gracias a la aparición de estas tiendas que mi formación cinéfila pudo ampliarse y enriquecerse. Aún recuerdo un fin de semana de película literalmente con todo el Scorsese que pude obtener, que incluía Taxi Driver, El Toro Salvaje, Después de Hora, y El Rey de la Comedia. ¡Vaya festín para esos tiempos!
Por último, un pequeño homenaje en estas épocas, donde la desconexión humana impera y la ausencia de compromiso laboral es la tónica, a una dependiente del Blockbuster de acá de Viña que pienso se mantuvo en su puesto de trabajo de principio a fin y cuyo pelo negro, largo y rizado lo vi poco a poco encanecerse en el transcurso del tiempo, no probablemente por vicisitudes de su labor, pues siempre la vi desempeñarse con amabilidad y profesionalismo, si no tal vez por percibir que su papel de entregar entretención en la película de su vida, lentamente llegaba a su fin .
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RELATOS DE CUARENTENA
Non-FictionColumna de opinión sobre diversos tópicos, libros, política, cine, tv, personajes, memoria etc