VIENTOS DE GUERRA Y PANDEMIA

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VIENTOS DE GUERRA Y PANDEMIA

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VIENTOS DE GUERRA Y PANDEMIA

Kurtz: "¡El horror! ¡El horror!"

El corazón de las tinieblas. Joseph Conrad

Durante el año 83 o 84 canal 13 emitió una miniserie que cautivó mi atención. Se llamaba Vientos de guerra y en ella se relataba los avatares de Víctor "Pug" Henry, oficial de la marina de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial. El papel principal lo interpretaba con gran aplomo y seguridad, pero también con una cuota indefectible de tristeza en su mirada el actor Robert Mitchum. Recuerdo uno de aquellos momentos cuando contempla el ataque de Perl Harbor que significaba la entrada definitiva a la guerra de parte de USA, pero también la de su propia familia, en particular la de sus hijos quienes se verían arrastrados al conflicto.

Le tomé cariño a esa serie. No recuerdo bien por qué. ¿Habrá sido por su bella música? O ¿por esa espléndida actuación de Mitchum? O tal vez ¿por las escenas históricas recreando el poderío nazi y el heroísmo aliado? También debe haber influido –seguro que sí– la presencia de Ali Mac Graw (la musa inolvidable de Love Story) en la piel de la atractiva y enérgica Natalie que lideraba la historia romántica. El hecho es que me acordé de ella de nuevo cuando me informé del ataque ruso contra Ucrania.

En estos casi 2 años de pandemia el mundo en general ha dado muestras como nunca de una decidida voluntad unitaria para combatir el virus. Diversos sectores fueron capaces de ponerse de acuerdo en estrategias de prevención, investigación, e inmunización para cuidar lo más preciado que tenemos que es la vida humana. Con mayor o menor éxito, pienso en África, la humanidad se alineó mayoritariamente con el fin de frenar y derrotar la propagación del virus y así disminuir las secuelas y muertes humanas.

Pero, pareciera que el ser humano se las apaña rápidamente para tirar por la borda todas aquellas que son buenas prácticas.

Dentro de las múltiples películas sobre la guerra que he visto, dos siempre están dando vueltas. La primera de ellas es Apocalipsis Now. Aquella monstruosa producción realizada por Coppola, que muestra la locura del ser humano, en un ascenso río arriba en dirección al infierno. La otra cinta es Rescatando al soldado Ryan. A pesar de lo efectista de sus imágenes y algún exceso patriotista, su historia y su propósito tienen algo épico que me cautiva y me emociona. Esta última se la mostré a mi hijo sin saber cómo la encontraría y también le gustó mucho y creo que renovó en él, en cierta forma el interés que ya tenía por los eventos de la segunda guerra mundial.

Sin embargo, todo lo que él ha visto de la segunda guerra ha sido una parte ficción y otra parte enriquecida por documentales, pero ahora al ver en directo las imágenes y noticias de este alarmante conflicto bélico he visto cómo su joven corazón se ha agitado. Y entre otras razones me dijo que se debe a que por primera vez en su vida ha tenido conciencia de que él en unos años más perfectamente podría ser uno de los convocados en caso de un conflicto bélico. Tal como le está sucediendo en estos momentos a los miles y miles de jóvenes ucranianos y rusos que son la carne de cañón para cumplir las cuestionables decisiones de sus líderes políticos. Y eso lo ha conmovido.

Por mi parte, creo finalmente saber ahora la razón de mi cariño por esa miniserie perdida en la programación ochentera... sospecho que es porque algo en ella me hace recordar a aquel adolescente algo temeroso que alguna vez fui y que probablemente también se estremeció y conmovió, al igual que mi hijo, con esas imágenes siempre brutales de jóvenes combatiendo y muriendo y que me mostraban por primera vez los horrores de la guerra. 

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