VICTIMISMO Y PANDEMIA

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VICTIMISMO Y PANDEMIA

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VICTIMISMO Y PANDEMIA

"El hombre en busca de sentido" es un libro escrito por Viktor Frankl sobreviviente de varios campos de concentración incluido Auschwitz y Dachau de donde fue liberado tras la llegada de los aliados. El texto narra, de forma autobiográfica, los diversos padecimientos físicos y morales que sufrió el autor además de la pérdida de sus padres y esposa en aquellos sitios y cómo fue capaz de sobreponerse a ello a través de la búsqueda precisamente del sentido de la existencia humana. Su descubrimiento es en apariencia simple. Señala que la responsabilidad final es de uno, ante sí mismo, ante los demás y ante la vida y que precisamente ahí radica nuestra libertad. El sentido es encontrar un propósito, que en el caso de él fue sobrevivir en los campos de concentración para contar su historia.

Para ojos de cualquiera, él fue una víctima de una ideología extrema. Sin embargo, posterior a su liberación la posición en el mundo que decidió adoptar para nada fue victimosa, sino más bien todo lo contrario. Usando de ejemplo su propia vida y a través de su trabajo (fundó la escuela de psicoterapia llamada Logoterapia) mostró que a pesar de los peores horrores que pueda pasar el ser humano, siempre existe la posibilidad de elegir como nos vamos a sentir. No serian tus condiciones, ni tus situaciones, las que condicionarían tu vida, ni determinarían tu destino. Serán tus decisiones las que van a generar los cambios necesarios para crear una realidad mucho más noble.

Las víctimas de la pandemia en sus consecuencias vitales y/o materiales ya sea directa o indirectamente se cuentan por millones en el mundo. Eso es algo en que todos pensamos, pero ¿Cuántas historias de superación, de reinvención, incluso de agradecimiento se podrían sacar de este año y medio a pesar de que entremedio hay dolor, hay tristeza y hay miseria? Estoy seguro que miles, cuyos protagonistas enarbolarían con orgullo esas banderas.

Sin embargo, en los últimos años se ha ido instalando con fuerza una mirada cultural lastimera que apunta a sacar provecho de la condición de víctima. Ya sea en su variante de género, ya sea en su veta de opción u orientación sexual, por supuesto en su línea étnica, o en su cauce más político. Incluso en las relaciones de pareja. Sin duda que la condición de víctima de cualquier persona y por cualquier razón merece, por supuesto, un reconocimiento de parte de la sociedad, un apoyo sin vaguedades en su dolor y sobre todo una mirada compasiva y cariñosa por el sufrimiento vivido. Pero, otra cosa muy distinta es hacer de esa condición una carta de presentación y dotarla como fuente de pureza, de honestidad, de lucidez, de bondad y sobre todo como está sucediendo ahora atribuirle además un halo de superioridad moral sobre el resto de los mortales que no han padecido esa condición. En otras palabras, pareciese que el vestirse de sufriente y exhibirlo otorga mayores réditos en esta ópera llamada vida.

El caso del engaño y mentira de Rodrigo Rojas es el último ejemplo de dicha práctica. Envolverse con ropas de un enfermo de cáncer para conseguir finalmente ser elegido como constituyente habla mal del propio Rodrigo, pero habla aún más mal de una sociedad, particularmente de sus votantes, que por el solo hecho de ser víctima del cáncer pensaron que tenía suficientes capacidades y lo hacía apto para que participara nada menos que del proceso político más relevante de los últimos años en nuestro país.

Lo mismo puede pasar con Fabiola Campillai quien quedó ciega por el impacto de una bomba lacrimógena disparada por carabineros y que es candidata a senadora por Santiago. Sin discutir su derecho a presentarse, ni sus motivaciones intrínsecas, su candidatura: ¿obedece a sus méritos o a su condición de víctima?

¿Qué está sucediendo con el dolor? ¿Es que de pronto convierte a las personas automáticamente en seres más iluminados, más inocentes, más decentes y más virtuosos y sujetos a una mayor condescendencia por la humanidad? Lo dudo.

Cada una de la personas que han pasado por situaciones difíciles (básicamente todos en algún momento de nuestras vidas) decidirá desde que lugar enfrentará la realidad. Podrá ser, desde la crítica permanente, la condena y la queja que utilizan los que van de víctimas por la vida o desde la propuesta, el perdón, la compasión y el amor por los demás, cómo lo hizo Viktor Frankl hace más de 75 años atrás.

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