161) Ardiente amanecer

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Se notaba que la primavera había llegado  y, con ella, la alegría, el sol, la luz, el olor de las flores... se venía con vibrantes colores, la temperatura agradable con ocasionales lloviznas o lluvias breves, algunos anchos rayos de sol llegaban hasta el suelo, las aves cantaban sobre los árboles.

Hace algunos días estaban en plena primavera, la estación mas elegante de todo el año en la que la naturaleza esta en pleno esplendor y la sangre corre ligera.

Una hermosa y feliz pareja acababa de despertarse en su bello nido de amor.

La joven sintió su corazón estallar al verlo parado algo soñoliento, observándola.

Feriha: buen día - dijo perezosamente.

Emir: buen día - contestó acariciándole el cabello con una mano.

La joven se quedó mirando a su esposo a los ojos.

Emir: ¿dormiste bien? - inquirió arqueando una ceja y esbozó una media sonrisa

Feriha: todavía tengo sueño, de hecho, creo que sabes por qué... - sussuró bajito con una media sonrisa dulce.

El joven se quedó en silencio viéndola con expresión pícara.

Él pasó el brazo por su cintura, prendiéndola junto a su cuerpo y buscando su boca le apartó un mechón de pelo de la cara y le acarició suavemente la mejilla y después la besó.

Emir: nunca tengo suficiente de ti... - sussuró suavemente con voz seductora entre beso y beso.

Feriha: yo también - le dijo ella en casi un susurro conteniendo su respiración - pero ahora... ¡Emir, vas a llegar tarde! - exclamó mientras intentó ignorar las caricias de su esposo cuando éstas subieron de tono.

El atractivo caballero sonrió con discimulo y le sujetó la mano con amor entrelazando sus dedos, símbolo de la atadura a la que unían sus corazones, y luego, le besó el cuello con la boca abierta y fue bajando hasta su seno e inmediatamente le arrancó un sonoro gemido.

Emir: está bien... no hay problema...

Las caricias subieron de tono cada vez más y hicieron el amor tan apasionadamente que luego llegaron a un fuerte clímax mientras sus corazones latían al unísono.

Feriha: cariño... has jugado sucio - susurró con voz entrecortada.

Emir: sé lo que te gusta, ¿o me equivoco?

Algún tiempo después, se estaban vistiendo después de ducharse juntos.

Emir: ese es un secreto que no puedo compartir contigo en este momento, cielo - dijo ajustando el nudo de la corbata a su cuello.

Feriha: Emir, ¿a dónde iremos? - lo intentó por enésima vez.

Emir: si te lo cuento, deja de ser una sorpresa - dijo guiñandole un ojo, mientras recogía su billete.

La hermosa dama se cruzó de brazos con el ceño fruncido.

Él miró fijamente a los ojos, sonrió enternecido y, con dulzura, le comentó:

Emir: se lo ruego, no insista, amor mío, lo sabréis todo en unos días.

Tras una pausa continuó con voz suave y ronca, mirando su cara cuidadosamente:

Emir: sólo te diré una cosa... eres la única persona con la que quiero hacer millones de cosas que no quiero hacer con nadie más.

Lo miró enternecida por las dulces palabras, sonrió agradecida y dijo con voz suave:

Femir (No hay Emir sin Feriha)Onde histórias criam vida. Descubra agora