Femir (No hay Emir sin Feriha)

127) Sorpresita

Feriha: cariño, ¿podemos irnos? - preguntó después de unos minutos y él hizo lindos pucheros - owen, mi amorcito, no te pongas así, tenemos una agenda hoy - masculló mañosa.
Emir: por mí la planificación se resumiría sólo a esa habitación - recalcó con una mirada coqueta.
Feriha: ¿y, no le gustaría conocer el alojamiento del hotel?
Emir: por supuesto pero primeiro...
Feriha: amor, programé este viaje detalladamente sólo para nosotros dos, y le aseguro que dejé mucho tiempo reservado para esta actividad especial - lo dije en voz baja y con las mejillas sonrosadas.
Emir: ¿lo dices en serio? - le preguntó, besándola suavemente en las mejillas, y luego en los labios.
Feriha: por supuesto, quiero cumplir todos tus deseos - dijo coqueta mordiéndose los labios.
Emir: te pido que cumplas esa promesa, lo cobraré - le susurraba al oído mientras la besaba en la oreja, y al final, pasó la lengua por el borde de su oreja y ella no pudo evitar dar un suspiro.
Feriha: hay algo que quiero que sepáis - se apresuró a decir - la cumpliré a cabalidad - dijo eufórica y él avanzó sobre ella con besos hambrientos.

Ambos estaban prácticamente rompiendo las leyes de la física, sus cuerpos estaban al punto de casi ocupar al mismo tiempo, el mismo lugar en el espacio, cuando el servicio de habitaciones los interrumpió.
Empleado: ¿puedo ofreceros una botella de champagne? - preguntó cuando Emir abrió la puerta e hizo un gran esfuerzo para no mostrarlo su indignación.
Emir: gracias - dio las gracias y le brindó una sonrisa falsa mientras mató mentalmente al empleado que sonrió amablemente deseándoles una feliz estancia.
Feriha: ¿cariño, qué tal una copa de champaña para celebrar? - le soltó irónica, suprimiendo la sonrisa pues, se percató que Emir hizo un gran esfuerzo para ser educado con el funcionario - me gustaría una copa de champaña, amorcito - le dijo en tono burlón.

Emir: sí, claro, salvada por la campana, supongo - se acercó a ella de manera seductora - pero esta vez... por cierto, no habrá próxima vez - lo dijo bajito, muy quedito al oído, rozando sus labios en su oreja.