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—¡¡Derek!!— Eva irrumpe en su habitación con su ceño fruncido.

—Eva estoy ocupado.— Sigue su vista al frente con su mando de Playstation.

Eva sonríe de forma maquiavélica. —No lo creo, incluso claramente jugar a la PlayStation todo el día no es estar ocupado.— Se queja colocándose frente al televisor.

El pequeño de ocho años suspira y la mira. —¿Que pasa?— Suelta el comando y clava sus ojos en los de ella.

Su hermana se cruza de brazos. —¡Mama y papa están peleando por tu culpa!— Le reclama.

Completamente cansada y aturdida de siempre tener que escuchar que todo gira alrededor de su hermano mayor, tan solo por una simple segundos de vida.

Derek suspira y se tira hacia atrás cayendo en su cama. —¡En realidad es tu culpa por haberte quejado de que use tu inflable de unicornio!— Le recrimina.

—¡¡Lo pinchaste y rompiste!!— Se queja dando un pequeño grito.

—¡Lo lamento, pero ya no tiene arreglo, y lo mejor es qué dejes de llorar por esa estupidez!— Suspira queriendo que se vaya inmediatamente de su habitación.

Eva niega. —¡No es suficiente, tenés que solucionar esto con mamá y papá, ellos no pueden estar peleando continuamente por tu falta de interés en las cosas ajenas!— Señala con su brazo la puerta decidida a no irse de aquella habitación hasta haber obtenido lo que buscaba.

—Eva...— Suspira cansado.

—Ahora, Derek, tenés que pedir perdón por lo que hiciste. ¡No podes comportarte de esta manera cuándo ellos nos dan todo lo que queremos, en particular a vos!— Vuelve a poner sus manos en forma de jarra sobre sus caderas haciendo que sea una perfecta mini Adela Wood.

Derek parpadea al verla tan sería. —Está bien.— Sube sus hombros dándose por rendido.

—Andando.— La pequeña le abre la puerta de su habitación y con una sonrisa menea su cabeza hacia un costado.

Derek despeina su cabello pero se reincorpora de la cama para seguir las órdenes de su hermana. —¿Y dónde se supone que están?— Se queja mientras van bajando ambos las escaleras encontrándose con Fred y Aiden.

—¿Fred viste a nuestros padres?— Pregunta dulcemente, parpadeando. Y por sobre todas las cosas, utilizando ese tono característico que lograba al hacer que todos la miran con dulzura.

El colorado sonríe y señala el parque. —Justo ahí, Eva.— Susurra 

—Gracias.— Murmura con una tierna y delicada sonrisa en su rostro. 

Derek no deja de hacer morisquetas por el simple hecho de estar molesto... Gracias a que Eva lo está obligando hacer lo correcto pero no lo que él quiere.

—Ahí están, pero no parecen muy enojados... Más te vale que no me hayas mentido he hecho salir de mi torneo simplemente para fastidiarme.— Se queja cuándo ve a su padre abrazando a su madre y dejando un eso en su frente.

—Eso no importa, tenés que disculparte y prometer ser mejor hermano.— Demanda cruzada de brazos.

Derek abre sus ojos cómo si de bolas se tratarán. —¡Eso no estaba en el plan!— Bufa.

Eva se ríe.

—¡No hay plan, tonto!— Coloca sus ojos en blanco y él despeina su cabello molestándola.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora