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Hola ma.— Derek muerde su labio inferior. —¿La tía está bien?— Pregunta.

Adela asiente. Volvió a ingresar a su habitación luego de charlar con Francis. —Ella despertó y ahora está con Francis.— Le hace saber.

—Eso es bueno.— Suelta el aire en sus pulmones.

—Ya tenés el alta corazón, envié a buscarte algo de abrigo.— Le sonríe ofreciéndole un buzo más abrigado y deja su campera parka sobre el sillón.

Derek sonríe. —Gracias mamá, ya me estaba aburriendo aca.— Hace una mueca y baja de la cama.

—¿Duele?— Señala el brazo vendado.

—Me dieron calmantes así que no siento nada.— Bromea.

Adela frunce sus labios. —Derek... Yo quería hablar con vos de algo.— Toma asiento mientras que lo ve abrigarse con lo que ella le trajo.

Él niega, adelantándose a los hechos. —Yo soy el que debería de hablar mamá, y pedir disculpas por lo sucedido, se que son riesgos que se corren en este mundo, pero no esperábamos no Francis, ni yo que nos sucediera hoy mismo.— Hace una mueca con sus labios.

—Quiero que sepas que no estoy enojada con lo que sucedió, pero que si nos asustamos.— Remoja sus labios.

—Lo sé y quiero y necesito que confíes en mí, y que sepas que siempre me voy a cuidar porque tengo una familia con la que volver.— Aclara.

Adela limpia una lágrima cayendo por su mejilla.

Su hijo la mira y niega con la cabeza arrepentido de hacer llorar a su madre.

—Te amo, y siempre voy a estar orgullosa de la clase de persona y de hijo que sos, se que lo harás cada vez mejor y si tu papá te sobre exige o se pone así de riguroso con vos, es porque se preocupa por tu bienestar.— Murmura.

—Lo se, pero hay veces en las que nos tratan como unos chiquillos y...— Niega con la cabeza.

Adela sonríe. —Molesta y lo sé.— Admite.

—Mucho ma, parece que está esperando a que falle.— Se sienta en la cama frente a ella.

—Al contrario, está esperando que lo hagas bien.— Asegura.

Y esa era la única verdad.

Derek la mira burlón. —Te creeré porque vos sos quien más lo conoce.— Sonríe de costado.

—No te des por vencido, y no te encierres en pensar que yo o él estaremos disgustados o enojados.— Pide.

Derek asiente. —Se que él te ama más que a nada en la vida.— Sonríe.

Adela se sorprende de escuchar a su hijo decir eso.

—Y se que estaba más furioso por el echo de decírtelo a vos de que por el motivo original de lo sucedido.— Brama.

Las mejillas de Adela se ruborizan. —Tu papá y yo tenemos algo especial, algo que a lo largo de los años se fue haciendo cada vez más fuerte.— Sonríe recordando sus inicios.

—Vi el vídeo de la muerte del tío Derek, ma.— Sisea.

Adela se queda estática.

Comienza a sentir su nuca sudar y sus manos temblorosas al escuchar hablar de su hermano.

—¿Qué? ¿Cómo?— Mira hacia la puerta.

Necesita a Demian.

Necesita estar en los brazos de Demian.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora