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—¿Que cosa?— Se ríe nervioso.

Ahora prestando atención al camino.

Eva infla su pecho necesitando poder obtener una respuesta el día de hoy, creía que ya no podía más con tanta incertidumbre, a demás de que parecía sentirse una completa tonta cuando comenzaba a hervir de celos cuando cualquier otra mujer se acercaba con dobles intenciones hacia su mejor amigo.

Teniendo qué tolerar las burlas por parte de sus dos mejores amigas, al no querer admitir verdaderamente lo que le pasaba con él.

—Evitar hablar conmigo sobre lo que paso... Creo qué tenemos que empezar a tomar las cosas como adultos y dejar de esquivar lo que sea que esté sucediendo.— Aprieta sus labios tímida.

Francis suspira, sus manos se aprietan sobre el volante, pretendía hablar de esto cuando llegara a destino, pero lamentablemente todo se había adelantado.

—¿El beso?— Sonríe coqueto. —¿O qué yo admitiera que me traes loco?.— Vuelve a reír.

—Que me evitarás despues de todo eso.— suspira.

Francis muerde su labio inferior y aprieta un botón de su llavero para abrir el portón que le da acceso al edificio.

Un guardia de seguridad le hace un movimiento de cabeza.

Detrás de ellos ingresan en dos camionetas Fred y Cédric.

Eva mira el edificio con una sonrisa, dándose cuenta que no mentira cuando decía que estaba a cuadras de su facultad.

Ella seguiría estando en la casa de sus padres, al menos por un año más, cuando se acomodara con los horarios y su madre le diera una plaza en las oficinas para aprendizaje, ahí sí, buscaría un lugar donde habitar.

—Tenia miedo de que aquella tarde hubiera sido solo un espejismo, te vi hablando de nuevo con Ethan luego de eso y...— Niega con la cabeza apretando sus puños sobre el volante mientras que estaciona en su cochera.

—El sólo me estaba preguntando algo de economía.— Le hace saber torciendo sus cejas.

—Él no quiere eso.— Le reclama. —Quiere tenerte entre sus piernas.— Espeta furioso.

Eva arquea sus cejas, siendo inevitable que de sus facciones no la delate ante su enojo. —¿Y vos no?— Se ríe irónica tomando su cartera para bajar.

Francis pasa una mano por su cabello, luciendo terriblemente desesperado. —¡No!— Le responde molesto.

La cara de Eva pasa de asombro a desilusión en un minuto.

Y Francis lo nota. Y se maldice, una vez más.

Ella baja del auto con delicadeza y cierra la puerta de igual manera.

Francis golpea el volante arrepentido de su bocota. —¡No puede ser!— Sisea.

Eva mira el panorama y se da cuenta de que la cochera es pura y exclusivamente de él.

—¿Todo es tuyo?— Pregunta.

Francis sonríe poniéndole la alarma a su auto. —Theo no me iba a dejar fingir ser normal.— Bromea colocando sus ojos en blanco.

—Te cuida.— Le recuerda con una cálida sonrisa.

Francis suspira. —¿Y vos?— La mira parpadeando.

Eva sonríe. —¿Yo que?— Mueve su cabeza a un costado.

—¿Dejarías que yo te cuide?— Pregunta caminando hacia el ascensor.

Fred ya subió para corroborar que todo es seguro, mientras que Cédric los escolta a una distancia razonable.

—Ya lo haces, así que eso supongo responde tu pregunta.— Sostine ingresando a la caja metálica.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora