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Elena guarda su móvil y cierra los ojos. Todo su cuerpos tiembla e intenta qué aquello no se note a su alrededor.

—¿Te están molestando?— Sisea Theo. Estando atento a todo momento a su mujer.

Ella muerde su labio inferior. —No es nada importante.— Sonríe.

Pero finge, dicha sonrisa, no por Theo, sino porque su jefe es quién no la deja de hostigar con mensajes, qué tiene que borrar al instante, porque sabe perfectamente que Theo no le revisa aquello, aún, pero qué el día de mañana si quiere hacerlo, tendrá demasiados problemas y muchas cosas que explicar.

Theo aprieta sus cubiertos con fuerza y enojo. —¡Elena, no me mientas!— Brama entre dientes.

Elena se da cuenta de aquella acción y apoya sus manos, con delicadeza sobre las de él. —Estoy con vos, Theo.— Susurra.

Él aprieta sus labios. —Eso no cambia nada.— Se da media vuelta y mira a Max, quién le hace un movimiento negando con la cabeza. Thel sonríe cínico. —Mientras tanto te coges a otros, créeme que algo del concepto no me cierra.— Parpadea.

Elena abre sus labios y los vuelve a cerrar. —Theo, yo...— Cierra levemente los ojos.

Su cabeza duele.

—¡Creo que soy el único imbécil qué no puede acostarse con otra persona porqué no te puedo sacar de mí maldita cabeza!— Brama.

Intentando mantener el tono de voz lo más bajo posible, de todos modos, sabe que el custodio qué el puso a su mujer, tiene una vaga idea de lo que están hablando.

Elena, acomoda su cabello detrás de su oreja, y sonríe levemente, luego finje que nada pasa, y pica de su ensalada, para luego cortar un pedazo de carne y llevarla a sus labios de forma delicada.

—¿Cómo le fue a tu novia en el exámen?— Mira a Max.

Él mismo aprieta sus labios, mirando a Theo, y luego comienza a responderle a Elena, de lo más normal, ya qué ambos tenían demasiada confianza al estar, prácticamente, todo el día juntos.

—¡Carajos!— Demanda Theo, parándose de la mesa.

Elena, muerde su labio inferior, y baja la mirada, quiere ir trás de él, pero no puede decirle la verdad de lo qué ocurre, por eso mismo se queda mirando a Max con sus ojos cristalinos. —Dios.— Susurra.

—Èl va a volver, tranquila.— Le guiña un ojo.

Elena niega. —Eso no importa si no le puedo decir lo qué ocurre.— Murmura.

Max asiente y la observa, no tiene idea de cuál es ese trasfondo, pero si, sabe qué Elena no la pasa bien en lo qué hace, y qué claramente alguien la tiene amenazada con algo qué le interesa demasiado cómo para decir la verdad y pedir ayuda.

—Theo lo entenderá, Elena, él lo entiende todo.— La apoya.

La rubia remoja sus labios. —No quiero que salga herido.— Admite tomando un poco de agua.

Estaba nerviosa y no quería que Theo fuera a por cocaína, lo qué tenía que ser una noche especial se desarmó, en un segundo.

Max sonríe. —Elena, se qué te das cuenta de todo lo qué él te ama, y se qué tenés miedo, pero estamos hablado de Theodore Finnic, tiene demasiado poder, contactos, es imposible qué no te pueda ayudar en lo qué sea qué te tenga así.— Sube sus hombros.

Elena, infla su pecho y asiente. —¿Y sí no me habla más?— Se ríe, nerviosa.

Max, también lo hace, y toma su mano por unos segundos sobre la mesa. —Elena, solo tenés que ver cómo te mira. ¿Qué podría ser peor qué lo que ellos hacen?— Arquea sus cejas.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora