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—¿Vamos al agua?— Pestañea y Francis asiente robándole un beso.

—Voy a cambiarme y vuelvo.— Le guiña un ojo alejándose de ella y dejándola hacer para que vaya a la zona de la pileta.

Pero no es a cambiarse justamente a lo que va, sino que tiene que tomarse unos minutos en la privacidad de su habitación para poder volver con cordura y no lanzarse encima de Eva cuando baje.

Suelta un suspiro cuándo llega a su habitación y cierra la misma con llave, mira de reojo por la ventana como ella toma asiento en una reposera que está al borde de la piscina mientras que acomoda las tiras de su corpiño desabrochando la parte de arriba para que no le queden marcas.

Francis traga saliva y masajea su bulto por sobre los shorts cuando la ve hacer eso.

—¡Es Eva, no podes ser un cavernícola con ella Francis!— Se regaña en voz alta yendo hacia el sillón para tomar asiento y cerrar sus ojos a medida que no deja de acariciar con su puño su entrepierna por sobre el shorts y sus boxer esperando poder aguantar y no tener que autosatisfacerse.

Pero cuando cierra los ojos el mismo acto le juega una mala pasada, haciéndolo recordar los sensibles que estaban los pezones de Eva cuando los tocó.

Debido a eso, lleva una mano dentro de su bóxer sacando su pene de allí, lo masajea de arriba abajo con su otra mano apretando sus hinchados testículos.

Su piel era tan fresca, que su miembro se encendió cuando levanto aquella prenda de su pecho, deseoso de rosarse contra todo su cuerpo.

Tiene ojos cerrados, con su cabeza tirada hacia atrás y sus labios levemente entre abiertos, su mano no deja de hacer movimientos, lo único que se escucha es el ruido de la piel siendo golpeada, qué lo logra excitar aún más y su respiración acelerada.

Desea que sean los labios de Eva los que estén masturbándolo, pero al menos estar quitando aquella necesidad de su cuerpo lo ayuda a pasar el resto del día, los movimientos eran ascendentes, con fuerza y precisión, marcando el ritmo perfecto para él.

—Quisiera saber que tan bien sabe, ella es toda suave y estoy seguro que su maldito coño sabe igual de delicioso que sus labios.— Murmura acelerando los movimientos.

El calor lo abraza y las ganas de que ella esté presente en estos momentos lo embriaga, pero tiene que resolver su problema solo y eso hace, dejando un rastro de su semen en su mano, aún con la respiración agitada y sus ojos cerrados.

—¡Maldición!— se levanta dejando caer al suelo sus pantalones y se mete a la ducha para una pequeña y rápida refrescada.

Vuelve a tomar su pene limpiándolo y dándole unas últimas caricias antes de dejarlo libre para que vuelva a su posición normal, aúnque sabía que eso iba a ser imposible teniéndola a ella frente a él.

Pero al menos, evitaría estar con dolor de testículos durante el resto de la tarde.

Moja su cabello y pasa ambas manos por su rostro, para despejar un poco las emociones que acaba de sentir al masturbarse, una vez más, pensando en Eva.

Sale de la ducha envolviendo su cintura baja con una toalla y secando su cabello con otra que encontró a mano, para ir así como está hacia el placard y buscar ahora sí, una malla que pueda utilizar

Deja caer la toalla que envolvía su cuerpo y se coloca el bañador, luego de haberse secado bien sus partes íntimas.

No repara en recoger la toalla simplemente quiere bajar para estar con Eva, es por eso que sólo toma su celular y unas ojotas de baño, ya que estaba con sus zapatillas deportivas.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora