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Tres horas había podido dormir Demian Maloy. Pero esas simples horas, le habían alcanzado para despejar su mente y relajar su cuerpo de la tarde dura que había tenido.

Se remueve en la cama, y destapa con furia mientras toma su celular de la pequeña mesa de luz que tiene a su lado. —¡Carajos!— Murmura para si mismo.

El cielo aún esta oscuro, pero le gusta despertar y ver cómo primero el cielo y toda la vista panorámica de la ciudad.

Quita la vista de la ventana y presta atención a su móvil. Seis mensajes de voz, y nueve de texto, cuatro llamadas perdidas y una entrando en ese mismo instante, de su abogado. 

Rechaza la llamada y se mete rápidamente en el baño, dejando el celular tirado en la cama.

Si había algo que lo sofocaba era leer y responder mensajes de texto, para eso tenía su amigo Theodore, que era mucho más que eso, más que un asistente, más que un jefe de seguridad.

07:00am, Demian baja con su camisa negra, corbata negra y pantalón de vestir de igual tono al living central de la casa.

El desayuno ya estaba preparado en la mesa del living central, y ya estaban allí Lucien, Theo, Leo, Seth, Gio, y los hermanos Strof, todos con vestimenta similar y sobria como la de Demian. Aunque, claramente, ninguno tenía la percha que él poseía de manera absolutamente natural.

—Buenos días, Demian.— Saludan todos, casi, al unisonó mientras que Demian levanta la mano en tono de respuesta.

Tira sus dos celulares sobre la mesa de manera brusca, mientras toma su taza de café de la esquina derecha de la mesa, y se sienta con delicadeza sobre la silla, a su vez que toma con la otra mano que tiene libre su diario de todos los días, en el estaba el incidente de la tarde anterior, no obstante, no había ni una sola palabra de que hubiera sido por él.

Sonríe con bastante ironía y orgullo ante aquello. —¿Novedades, Leo?— Consulta sin sacar sus ojos del periódico.

—No mucho realmente.— Aclara su garganta al responder.

Demian suspira, bebiendo de su taza de café. —Ahora, más que nunca, necesitamos ser cuidadoso.— Murmura.

El aludido asiente con la cabeza. —Por ahora todo marcha cómo lo pactado, cuando tenga algo conciso te lo comunicaré de inmediato.— Asegura para llegar la tranquilidad qué el jefe precisa en estos momentos.

Y efectivamente lo hace.

Demian asiente, también, con la cabeza mientras que los demás comienzan a charlar de cosas triviales. 

—No quiero llevarme sorpresas, Leo.— Amenaza.

—No quiero molestarte con pequeñeces que puedo resolver, ya que sé perfectamente cómo te gustan las cosas.— Le deja en claro.

Son tantos los años que trabaja para él que siquiera se inmuta en querer explicarle las cosas con mayor precisión, ya qué sabe perfectamente qué hará su trabajo de la forma más inmaculada posible, teniendo todos los papeles en regla y ni una sola cosa en falta.

Demian coincide pero no lo hace notar.

—¿La niña?— Levanta la mirada enfurecido, hacía Theo, que esta a su lado derecho bebiendo un sorbo de su café. 

El cuál se queda con la taza a medio camino... Carraspea y mira a su amigo, pero antes dirige una rápida mirada hacia los demás quienes se encontraban ensimismados en sus conversaciones

—Durmiendo, el doctor ya la reviso hace unas horas y...— Explica brevemente.

—¡No me interesa si tiene cinco costillas menos o un moretón solamente! Te dije qué hoy se tenía que ir.— Corta duramente a su amigo, dando por terminado el interrogatorio.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora