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—Lo se, señor.— Infla su pecho.

Demian maldice, apretando sus dientes entre si.

—Cuídala, y si me entero que estás tomando alcohol en vez de cuidarla, vas a conocer lo hijo de puta que puedo llegar a ser.— Le corta la llamada.

Siquiera se pone a pensar en porqué acaba de decir aquello, todavía se intenta convencer de qué ella es su patrimonio, tan sólo porqué mientras viva podra mantener el control de la empresa, y cómo bue inversor, Demian Maloy ya comenzó a invertir en la misma y no espera que aquello se termine demasiado pronto.

No cuándo Adela parece detestar la idea de qué él esté allí. A todo momento. Siendo un juego de poder al qué a Demian le fascina jugar.

Theo muerde su labio inferior, tómandose un pequeño estante para poder analizar a su mejor amigo, Demian aprieta el teléfono en la mano y no deja de observar fichas fotos, y bien él sabía, lo mucho qué Demian detestaba los paparazzis y todo lo qué tuviera qué ver con la prensa amarillista de chimentos.

—Decime que no vas a ir a buscarla.— Súplica cruzado de brazos, levemente apoyado en el sillón...

Demian levanta la mirada, y lanza una sonrisa de costado.

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—Buenos días.— Saluda Theo, mientras Juana le sirve el café, toma un tostado y se lo mete casi completo en la boca.

Estaba hambriento y eso era a causa de algunos malos hábitos qué tenía al momento de poder calmar sus episodios de ansiedad y de desesperación ante el echo de qué Elena no dormía junto a él, por lo cuál tenía qué consumir algo que lo pudiera ayudar a dormir, o de lo contrario qué lo pudiera ayudar a despejar su cabeza de aquel nombre qué lo perseguía a todo momento.

Juana lo mira negando, y coloca otro emparedado en el mismo plato, esperando  qué está vez no se lo trague sin quiera disfrutarlo.

Demian lee el diario, en la barra de la cocina, mientras toma su café...  —Buenos días.— Gruñe. 

Y no se pierde nada de lo qué Theo hace, sólo qué ahora está lo suficientemente enojado para con él, cómo para ponerse a charlar sobre aquel tema y llamar su atención.

Su amigo sólo sonríe juguetón. —¿No me digas que estas enojado conmigo?— Pregunta entre risas y sorbos de su café. —¡Es un insulto, prácticamente qué te enojes!— Sisea rodeando los ojos.

Demian traga saliva y despega la vista de su diario sólo para lanzarle su mirada más tenebrosa. —Tendrías que haberme dejado ir.— Responde pasando una mano por su entrecejo.

—¿Te acordas cómo estabas anoche?— Se burla.

Demian lo mira con las más grandes ganas de querer matarlo. —Por supuesto que me acuerdo y es por eso que tengo ganas de matarte.— Sonríe de manera irónica hacia su amigo.

Theo sube sus manos divertido al escucharlo...

—Era dejarte vía libre para que hicieras el ridículo, hermano.— Baja la voz para qué Juana no los escuché y no hacerlo pasar vergüenza al rubio quien rueda los ojos recordando la charla con su amigo.

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EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora