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—Elena... ¿Que haces acá?— Pregunta llevando su mano con suero a su cabeza, la misma le duele horrores...

—Hola, Theo, ¿Cómo estás?.— Suspira, aliviada.

Había estado prácticamente más de una hora esperando a que despierte, las ganas de tocarlo eran demasiadas, pero, al mismo tiempo tenía muchísimo miedo de lastimarlo.

—Es peligroso, Elena. ¿Quién te dejo pasar?— Vuelve a preguntar agobiado.

Ella aprieta sus labios y le sonríe.

Theo no puede evitar observarla de arriba abajo, lleva unos jeans negros chupines, unas zapatillas vans negras y un buzo Adidas y por más que ella se haya puesto lo primero que encontro, para él se ve perfectamente hermosa...

—Demian me avisó, y después Seth porqué, yo no dejaba de llamarte, sabía que te habías enojado conmigo y tuve que llamarte cuándo llegué a casa para asegurarme que no hubieras consumido más de esa porquería.— Aprieta sus labios con sus ojos aguados...

—¡Malditos imbéciles!— Demanda, queriéndose levantar.

Elena con delicadeza, se pone de pie, y le prohíbe qué se levante, aquello podría afectar a su herida, y mientras que estuvo sentada en aquella silla, el médico fue dos veces a visitarla para darle las indicaciones pertinentes.

—Tranquilo, de una manera u otra lo iba a averiguar, así qué no los culpes.— Murmura.

Él está enojado, su cabeza va de lado a lado con todo lo que había pasado durante estas últimas horas, y lo qué más recordaba es la pelea que había tenido para con su mujer, pero, en realidad estaba recordando esa discusión, para poder tener algo a lo cuál aferrarse, para que Elena se fuera de esa habitación, y de esa clínica...

Necesitaba mantenerla a salvo.

Theo suspira. —¿No estabas trabajando? ¿Dejaste a ese imbécil esperando por vos, o te trajo?— Brama.

—Theo... No lo vas a entender, pero no lo puedo dejar, no por el momento, pero créeme, que sos lo más importante qué tengo y no me importa venir a la hora qué sea y dónde sea con tal de saber que estás bien...— Traga saliva acariciando la mejilla del morocho...

Él maldice, alejándose de su toque.

—Yo puedo ayudarte a qué te salgas, Elena, yo te puedo dar la vida qué me pidas, mierda, Elena. ¿Lo sabes verdad? ¿Sabes de lo qué soy capaz de darte?— Baja su cabeza cerrando los ojos por el dolor de su abdomen...

La rubia aprieta sus labios, y no deja de acariciar su rostro. —Amor... Sólo tengo quince minutos, porque Demian dio la orden de que me saquen en medía hora y yo ya llevo aca más de una hora y media... Sólo quiero saber cómo estas, verte y quedarme tranquila... No es tiempo de hablar de mi.— Súplica.

Theo traga saliva y asiente cerrando los ojos... —Me duele cómo la mierda, pero Adela está bien... Supongo qué lo hicimos bien.— Suspira sonriéndole...

—Adela, te va a perdonar Theo... Parece una buena chica, hay qué tener paciencia nada más.— Acota parpadeando.

Elena, sabía absolutamente toda la historia de su enamorado para con Adela, dicho sea de paso apenas le dio la primera vez, ante sus gestos y sus movimientos también comprendió porque la persona que tanto amaba, veía en la de la similitudes muy arraigadas a su hermana.

Theo la empuja con la poca fuerza qué tiene para qué le de un beso... —No te vayas, Elena.— Súplica con los ojos entre cerrados volviéndose a quedar dormido por el efecto de los calmantes.

Elena, infla su pecho, mordiendo su labio inferior, con su teléfono vibrando de mensajes.

De Imbécil: —"Pequeña zorra, terminaste antes de tiempo tu turno, y el cliente no está conforme, todo por ir a ver a ese imbécil de mafioso que tenes por novio, no hagas qué él la pasé mal, Elenita."—

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora