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—¡Rouse!— Niega alzando sus manos.

Esta cansada de explicarle a su amiga, que ella no sentía nada por el rubio, y además no dejaban de toquetearla y cerciorarse de que ella estuviera bien.

—¡¡Ok,ok!!— Suspira.

—¡Gracias, al fin!— Suelta irónica entre risas.

Rouse rueda los ojos y la mira burlona —Te vamos a dejar en paz, pero solo que te extrañábamos, y te queremos cuidar.— Alza sus manos.

Ella asiente y aprieta las manos de sus amigos. —Estoy bien, no hay porque preocuparse...— Deja en claro con una sonrisa.

—Solo queremos saber si te tratan bien...— Su amiga es quién vuelve a hablar, mientras se coloca su abrigo, ella rueda los ojos.

Adela muerde su labio inferior. —Venimos hablando de esto, desde hace cuarenta minutos chicos.— Comenta abrumada. 

—Perdónanos, necesitamos saber que sos la de siempre.— Le responde.

Ella no puede hacer más que sonreír y observarlos con una gran sonrisa en su rostro, ante la necesidad de sus amigos de poder asegurarse de que se encuentra en perfectas condiciones luego de lo que había sucedido para con ella, siendo algo que Adela prefería que no fuera de ese modo y que todos fingieran demencia ante el hecho de hablar de esos temas en puntual.

No quería que se malinterpretara y creyeran que ella quería hacer como si eso nunca hubiera existido, lo que en realidad necesitaba era poder avanzar y dejar esa página de su vida atrás, en alguna especie de aprendizaje y no en una laguna en la que tendría que estar inmersa en depresión continuamente.

—Gracias por venir, los veré el viernes ¿no?— Pregunta.

Ellos asienten, mientras que Rouse la abraza tiernamente. —La merienda estuvo muy rica, gracias por todo amor, de verdad, agradecele a Kevib, porfi, siempre es súper atento para con nosotros incluso cuando está cargado de trabajo.— Exclama.

—¿Este viernes, es?— Pregunta Lina.

Ella niega con la cabeza. —Es el otro, pero bueno, ya estamos a martes, la semana se me pasa tan rápido.— Admite con una mueca tierna en su rostro.

Los tres amigos se plantan en una carcajada exuberante.

Adela acababa de salir de su junta, antes de juntarse con sus amigos, y había sido tedioso, nuevamente, tenerle que ver la cara a Lucien, el cuál debía de admitir que era sumamente profesional a la hora del trabajo.

Pero estaba segura de que cualquier movimiento raro que hubiera en la oficina se lo comunicaba rápidamente al infeliz de su jefe. 

De todos modos tenía que admitir que la merienda que le había preparado su asistente para poder recibir a sus mejores amigos en la misma oficina, había sido verdaderamente increíble y la había podido ayudar a despejarse de todo lo que había ocurrido durante el día y con la carga que llevaba por lo de la fiesta.

Lamentablemente ahora que se estaba despidiendo de sus amigos, tenía que volver a poner la cabeza en su rutina y eso por eso mismo que comenzaba a estar acelerada como solía estar ella cuándo se trataba de trabajo.

Casi corriendo se adentra en su oficina, y llama por intercomunicador a su asistente, Kevin no responde, así que apaga su computadora, agarra las carpetas que había preparado con la junta, y un pen drive.

Mañana tenia una reunión con Maloy, e iba a demostrarle que ella era una mujer de negocios.

Cómo le había aconsejado su psicólogo que tratara de llevarse bien con él, al menos lo intentaría en el ámbito laboral, además era algo que les convendría a los dos, ya que sin trabajo estaban arruinados. 

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora