9

2.7K 155 27
                                    

—El señor Maloy, no se caracteriza por la amabilidad, que no te extrañe su mala forma de portarse y de relacionarse.— Le comenta con ironía, acompañando el gesto con un guiño de ojo.

Demian solo sonríe ante su descargo, para luego hacer una falsa tos y llamar la atención de ambos. —Técnicamente, él es mi empleado, señorita Wood.— Sonríe cínico.

Kevin se queda pálido escuchando la pequeña discusión entre los dos.

No teniendo que ser un genio para saber que aquello no va a funcionar y que será un año difícil.

—No me interesa lo que piense, Señor Maloy, consígase una secretaria, aúnque, creo que con Lucien le basta y le sobra en esta oficina.— Lo mira por primera vez a los ojos. —¿No le parece?— Pone sus brazos en taza sobre sus cadera.

—Yo soy tan dueño como usted.— Le recuerda con voz ronca.

Adela frunce su entrecejo. Está furiosa y no puede creer que le quiera tocar lo más valioso que tiene dentro de eso la oficina, que es su mano derecha.

 —Kevin es mío, y no voy a permitir que lo use.— Informa con una mueca de enojo en su rostro.

Demian hace un puchero fingido y luego suelta una carcajada burlona hacia los dos. —Apúrese, la espero afuera.— Es lo único que dice con los labios fruncidos. 

Adela suspira pasando una mano por su cabello, y tirando el mismo hacia atrás. 

—Como sea.— Pone sus ojos en blanco.

—Ah... y por cierto.— Se vuelve hacia ellos de nuevo. —El desayuno estaba excelente, Kevin, excelente elección.— Le guiña un ojo burlón.

Kevin abre sus ojos de manera desmesurada. —Oh señorita, Wood. ¡¡No tiene nada en el estomago!!— La voz de Kevin suena desesperada. 

Incluso su rostro en palidece al escuchar las palabras de demian.

Y Adela, tan sólo conociéndolo desde hace unos pocos días, sabe perfectamente que él está disfrutando de aquello.

—Estoy bien, Kevin.— Asegura.

—Enseguida le traigo algo para que llene su estomago.— Promete.

Ella le resta rápidamente importancia con la mano sabía, perfectamente que Demian se había devorado todo el desayuno completo con el que Kevin siempre la esperaba todas las mañanas para iniciar el día.

—A la vuelta tomaré un té, Kevin, no te preocupes, seguramente podemos almorzar juntos.— Propone con una sonrisa.

Kevin niega una y otra vez mordiendo su labio inferior. —Lo siento mucho, señorita Adela.— Se disculpa apenado su asistente.

Ella solo le resta, nuevamente, importancia a sus disculpas y se despide con un cálido beso, siguiendo a Demian, que sale de la oficina dos segundos antes que ella.  

Adela suspira cuándo se da cuenta de que van a ingresar con los cuatro custodios a la caja metálica.

Al final, acabaría odiando a esas máquinas del demonio... Se encontraban los seis en el ascensor, era grande, pero no lo suficiente como para que ella se sienta sin aire... 

—Me comentaron que sos claustrofóbica.— Comenta serio.

Ella traga saliva. —Así es.— Responde secamente.

Demian la observa con frustración y cansancio. —Me da curiosidad saber. ¿Cómo aguantas estando acá ahora?— Pregunta, mientras mira su móvil con determinación. 

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora