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Theo cierra los ojos, pasando una mano por el puente de su nariz, estaba ansioso, molesto y fastidioso.

Había querido reemplazar a Elena y no había funcionado en absoluto.

Y lo peor de todo es qué no se sentía culpable por haber usado a Luna para bailar, sino que se veía en la obligación de hacerlo para poder intentar, de una vez por todas que podía dejar atrás su pasado.

El problema, en realidad, se había generado ahora mismo en la fiesta, cuándo él la había llamado por teléfono para invitarla a la fiesta qué harían con la banda de muse.

Claramente Elena no respondió a sus llamadas, de la misma forma que tampoco respondió a sus mensajes, dándole la pauta de que no quería hablar con él o de que estaba trabajando, siendo para Theo, qué no sabía cuál de las dos cosas detestaba más.

—¿Estás bien, hijo?— Albert hace acto de presencia.

Theo sonríe, apretando sus labios, y haciendo una inevitable mueca para admitir qué no todo estaba bien. —Estoy algo aburmado.— Sonríe subiendo sus hombros.

Albert sonríe. —Se nota, y no solo por Demian.— Hace una mueca con sus ojos.

Theo asiente.n—Elena.— Susurra.

Y cuándo lo hace toda su piel se congela por completo, cómo si tan solo con nombrarla algo sucedería con él y en su interior.

—Hace mucho que no la veo colgada de tu brazo, me parece encantadora la pareja que hacen.— Le guiña un ojo.

—No creo que seamos una pareja.— Theo hace una mueca de costado.

Albert arquea sus cejas. —¡Estoy más que seguro de que esa chica te ve de esa manera!— Acota perspicaz.

Todos estaban informados, al menos, en su círculo cercano de qué Elena ejercia la prostitución, y cómo si eso fuera poco qué su nivel era completamente altisimo, y no era para menos, debido a que era absolutamente una belleza en cualquier aspecto.

De todos modos, qué esa fuera su profesión no era en absoluto algo que los incomodara. Lo que en realidad, los incomodaba a los amigos de Theo, era que algo extraño sucedía allí.

—¡Solo tenés que ser paciente, Theo!— Palmea su hombro.

Él mismo lo mira frunciendo sus labios. Notandose levemente desahuciado, cómo sí todo el peso que tuviera sobre sus hombros fuera realmente algo que lo dejaba agotado por completo.

—¿Paciente, no lo soy ya?— Arquea sus cejas, apretando sus puños.

No tenía ningún inconveniente en que Albert y él, estuvieran ahora mismo tocando este tema en cuestión, pero había una realidad y es qué creía que todos sobreprotegian a Elena, cuándo el que era su amigo y estaba completamente con el corazón roto por ella, era nada más y nada menos que su persona.

—¡Siempre tengo que ser paciente con ella! ¡Pero ella nunca es paciente conmigo!— Sonríe cínico.

Muerde su labio inferior mientras se coloca una de sus manos alrededor de su cadera.

Probablemente necesitaba tener esta conversación con Albert, pero eso no significaba que estuviera completamente fuera de lugar. O perdiendo en control.

—¿No te pusiste a pensar en que quizás hay algo que la traba a dejarlo?— Sigue manteniendo la calma al hablar.

Siempre se había caracterizado, por sobre todas las cosas, a mantener ese estilo de conducta, ya sea en una conversación subida de tono o en una conversación normal.

Theo traga saliva. —¿Con una persona cómo yo?— Sonríe arqueando sus cejas.

Albert sube sus manos inflando su pecho. —No lo sabemos, Theo, quizás ella tiene miedo.— Acota apretando sus labios.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora