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—Tu mirada dice todo el tiempo las ganas de morir que tenes.— Aseguro acomodando sus cabellos...

Ella sonríe. —No sabía que tanto.— Traga saliva.

—Por más risas que tengas, o buen sentido del humor, cuándo alguíen te hace un chiste, ese chiste, no llega a tus ojos.— Suspira mirándola sincero.

—Lo intento.— Suspira parpadeando.

—Y es normal... Pero para eso estoy.— Mueve su boca y mira la suya... —Para ayudarte a salir, dejame hacerlo, preciosa...— Acerca su boca a la de ella.

Mojando con su lengua sus labios, adentrándose en la boca de Adela, quién, a pesar de no querer por su propio orgullo, lo recibe con muchas ganas.

Sus largos dedos se extienden a Adela, los pies de la castaña se mueven hacía él, para aceptar el gesto de la caricia.

Demian sale del beso, mientras que Adela lo mira mordiéndose el labio inferior, y calma sus ansias ante el alocado sentimiento que le deja sentir sus besos.

El brazo izquierdo de Demian se desliza alrededor de su espalda suavemente poniéndola más cerca de su pecho. —Ahora estás a salvo. Voy a mantenerte a salvo.— Susurra en su oído.

Y ahí es cuándo ella le cree.

Adela sabía que Demian no se detendría ante nada para protegerla. Era difícil describirle a alguien cómo esa relación había comenzado. Pero aún, mucho más complejo, era detallar la forma en que se había desarrollado, casi sin darse cuenta hasta los mismos personajes de la historia.

Ella podía confiar en Demian, con prácticamente cualquier cosa. A pesar de queres resguardar ese sentimiento, e evitarlo a toda costa, cuándo sus cuerpos estaban juntos, sin palabras, ni cuestionarios de por medio era confianza mutua lo que florecía en el medio, era piel y ambos sabían que eso los llevaría al día de mañana por muchos caminos a tomar.

¿Es esto lo que se siente al estar enamorado?

Estar tan envuelto con alguien, que queres darle todo.

Ninguno de los dos, contestaría esa preguntar si se la hiciera, ya que ninguno de los dos admitirá jamás que se aman, o que sienten atracción uno por el otro. Primero estaba el orgullo de ver quien era el que se resistía al amor, y luego los sentimientos...

Aúnque a medida que los días pasan, eso se puede volver en contra, incluso de los mismos creadores del juego. Un beso inocente es intercambiado entre ellos nuevamente.

Él se aparta un poco tomando aire aunque sus labios aún, se rozan, sus frentes se chocan dulcemente, mientras que Demian pasa sus manos por el plano vientre de Adela. Las manos un poco temblorosas de ella se posan en el borde de la camisa negra de Demian, la cual es desprendida del largo torso.

Adela achina sus ojos frunciendo el ceño viendo las heridas cicatrizadas que tenía en su torso el rubio, seguramente de varías luchas por su vida. —Sos casi perfecto...— Murmura, pestañeando, mientras traza círculos en sus abdominales.

Sa da cuenta que esas palabras se habían escapado de sus labios, pero lo que se escapa sincero es...

Sus impresionantes rasgos iluminados por el resplandor de las luces tintineantes.

Su lacio y perfecto pelo rubio, hoyuelos y a la vez ese rasgo que lo hacía sumamente masculino, hermosa sonrisa, asombrosos ojos verdes casi grises y labios carnosos.

 Él no se parecía a ningún otro hombre que jamás ella haya visto en su corta vida.

—No lo soy, princesa.— Sus palabras sosteniendo un atisbo de dolor, sus ojos cayendo a dónde ella sostiene sus manos, haciendo que en su rostro se dejara ver una media sonrisa picara.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora