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Adela se queda, perpleja, mirándolo, y parpadeando cuándo él corta el beso, no sin antes morder su labio inferior con cuidado.

Demian se lleva una mano despeinando su pelo, y la miro. —¿Todavía tenes ganas de escapar?— Sisea.

Ella lo mira sonriendo con ironía. —¿Me vas a proponer algo?— Arquea sus cejas.

Actuando por puro impulso, sabiendo perfectamente que no contaba con la posibilidad de ponerse a pensar en lo que estaba sucediendo, porque sí efectivamente lo hacía lo iba a echar todo por la borda.

Él achina sus ojos y asiente con la cabeza. —Tengo un lugar que quizás te gusta...— Mueve su cabeza a un costado.

Adela se ríe. —¿Un lugar, acá?— Pregunta.

Demian alza sus hombros. —Puedo llevarte ahora, sí queres ....— Sonríe.

Adela asiente con un movimiento de cabeza. —Llévame...— Alza sus brazos y los deja caer a ambos lados de sus caderas.

Demian sonríe de costado, con un extraño brillo en sus ojos, desconociendo por completo el hecho de que se estaba dejando llevar por lo que sentía por ella, a pesar de haber estado luchando contra esa sensación extraña en su cuerpo todo el tiempo.

—Cámbiate primero...— Señala con la cabeza la casa. —Ponete una bikini y algo abrigado arriba...— Pide serio.

Adela lo mira dudosa. —¿Por qué?— Sisea.

—Es mi isla, Wood...— Rueda los ojos. —Confía...— Murmura.

Ella suspira asintiendo con la cabeza. —Creo que no me podría pasar nada peor...— Objeta subiendo sus hombros.

Demian hace una mueca de disgusto, al escuchar dichas palabras, no obstante, asiente mirándola. —Salimos en veinte minutos.— Miro su reloj pulsera y se aleja de la castaña para tomar la tablet tirada sobre la arena.

—Bien.— Adela traga saliva.

Estaba completamente hechizada y no tenía ni la menor idea de dónde había sacado las agallas para continuar primer el principal con aquel beso tan fogoso, y luego con la idea de seguirlo a dónde fuera que él quisiera llevarla.

—Tus zapatillas...— Menciona Demian, dándole el par de zapatillas.

Ella las toma y las abraza a su pecho caminando hasta la casa seguida del rubio. —Gracias.— Susurra ronca y avergonzada.

Demian, avanza detrás de ella, siguiendo cada uno de tus pasos, dándole la privacidad necesaria para que se dirija a su cuarto, mientras que él deja la tablet sobre la mesa y abre la heladera sacando una cerveza.

Theo aparece sonriendole. —¿Que hay?— Saluda.

—¿Hay novedades?— Toma un sorbo, para que el ojiazul, luego, niegue con la cabeza.

—Nada que te interese del todo...— Hace una mueca. —¿Van a salir?— Mira la puerta de Adela.

Demian asiente relajado. —La llevo a las termas... Quizás eso ayude.— Levanta los hombros.

—Se qué lo qué estás haciendo es nuevo para vos.— Le levanta una ceja. —Tene cuidado.— Murmura.

Demian bufa y asiente dejando su botella vacía. —Voy a cambiarme, me llevo el jeep...— Se pierde por las escaleras, mientras que Theo toma un pack de cervezas para llevar a los chicos y seguir trabajando.

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EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora