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El teléfono de la castaña suena incansablemente y es por eso que coloca el manos libre mientras maneja por la ciudad de Londres... No está acostumbrada a utilizar el teléfono mientras conduce, y lo hace en esta ocasión en particular porque sabe que se trata de su asistente y más sabiendo que si lo hace en horario laboral es por algo importante.

 —Te escucho, Kevin, estoy manejando. Disculpa si se escucha algo mal.— Responde con ternura.

—Señorita Adela, quería saber cómo se encontraba, me tome el atrevimiento de encargar el almuerzo para usted, para que luego de la reunión vía skipe almuerce algo.— Pregunta.

 Ella sonrie.

Amaba realmente a su asistente y amigo, estaba atento en todo, y le agradecía el que le recordará delicadamente los próximos temas de su agenda.

—Excelente, Kevin, pedite lo mismo para vos, que almorzaremos juntos, pase por Tiffany y compre dos muestras para los recuerdos que daremos a los que aporten para la asociación... Necesito tu opinión, así cuánto antes llamas por teléfono y les das los datos, hacemos el pago y los retiraríamos mañana.— Gira y se introduce en el estacionamiento, seguida por los chicos.

A los cuáles los ve por el espejo retrovisor.

Poco a poco se iba acostumbrando a los mismos y parecía ser que de verdad eran cómo una especie de protectores sincronizados para no llamar la atención y para no incomodar a la persona que tenían que proteger continuamente.

—Excelente idea. ¿Crees qué estén listos para mañana?— Pregunta.

La castaña frunce sus labios, dudaba pero esperaba que así fuera. —Si no es así, voy a volverme loca, por eso quiero encargarlos cuánto antes, si los encargamos a eso de las tres cómo tarde, creo que pueden lacrarlos y ponerles la grabación que querramos, eso fue lo que me explico la señorita que me atendió.— Estaciona finalmente y apaga el motor.

—Excelente, cuente con que cuándo usted llegue acá estará todo preparado.— Afirma.

Adela toma su cartera, saliendo del auto poniendo la alarma, y quitando las arrugas de su traje. —Te veo en un rato, ya llegue al consultorio.— Le comenta.

—¿La reunión será en la sala de junta no?— Pregunta timido.

—Si, nos hablamos al salir.— Finaliza la llamada.

—Bien, señorita Adela.— Responde.

Ella guarda el celular en la cartera, ingresando en el ascensor dónde ya estan los chicos manteniendo la puerta abierta para que pase. —Gracias.— Sonríe y aprieta el mango de su cartera con fuerza.

Al ingresar el piso correspondiente de su psicólogo, es inmediato que la asistente del mismo la reconoce y la hace pasar a su oficina.

Adela sonríe hacía los chicos, y se adentra al consultorio.

Mientras qué Tyler y Evan esperan en los sillones de la recepción, siendo atendidos por uno de los empleados, a cargo de ofrecerles una bebida o algo de comer.

—Buenos días, Doctor.— Saluda mientras toma asiento en el cómodo sofá.

Era extraño volver a ingresar a ese mismo despacho, en el que había estado un sinfín de veces obteniendo su consulta semanal para con su psicólogo.

Observa todo a detalles.

Sintiéndose relajada al saber que nada había cambiado y que todo estaba allí, justamente dónde lo recordaba.

—¿Como se encuentra, señorita Adela?— Le pregunta, mientras se sienta en el sillón de enfrente.

Ella infla su pecho. —Hoy es un día un poco subido de energías, y como verá eh venido a tener mi cita aquí, así que estoy tomando sus consejos, y comenzando a salir nuevamente al mundo... — Sube sus hombros sin tener que decir mucho más, se sentía ansiosa.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora