EXTRA

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¿Francis Finnic?— Demian pregunta por el teléfono.

—Si señor, está aquí esperándolo.— Ginebra le hace saber.

—Que pase.— Demanda extrañado.

Aprovecha el tiempo que demora su ahijado en ingresar a su oficina para enviarle un mensaje de WhatsApp a su amigo y comentarle que su hijo se encuentra en estos momentos ingresando a su despacho.

Claramente era algo que le llamaba la atención, o había sucedió algo con Eva, o algo con las entregas y eso lo dejaba inquieto.

—Buenos días francis, es una sorpresa verte tan temprano por acá.— Demian se sorprende al verlo en su oficina.

Francis esboza una sonrisa. —Disculpa la molestia, pero necesitaba hablar a solas unos minutos, si es qué podes, no te voy a robar mucho tiempo.— Traga saliva nervioso.

Demian nota su nerviosismo y deja de lado sus papeles. —Claro.— Señala los sillones para que se ponga cómodo.

—Gracias, no te robare mucho tiempo.— Asegura, pasando una mano por su nuca, mordiendo su labio inferior.

Haciendo exactamente todos los gestos que hace Theo cuándo está nervioso.

El rubio sonríe. ¿Estás bien?— Bromea tomando asiento frente a él

—Si.— Miente.

Demian sonríe. —¿Algo de beber?.— Propone.

Francis niega. —Estoy bien así, gracias.— Sus respuestas son cortas y eso obliga a Demian a fruncir el ceño.

¿Seguro estás bien?— Repite.

Francis suspira. —Tengo que hacerte una pregunta y la verdad es que la respuesta me pone un poco nervioso.— Admite pasando una mano por su cabello.

¿Eva está bien?— Va a levantarse para tomar su radio y celular pero Francis lo frena asintiendo.

Ella está bien, no sabe que estoy acá y preferiría que eso se quedará entre nosotros.— Asegura y su padre suspira.

Demian tuerce su entrecejo, nuevamente, y acomoda su traje dejando su teléfono. —No diré nada.— Promete sincero.

—Agradezco eso.— Suspira sabiendo que está dando demasiadas vueltas para algo que debería de ser más sencillo.

—Entonces... Nada puede ser tan malo, sólo hacela.— Abre sus manos sincero.

¡No me mates por favor!— Cierra los ojos tomando impulso.

La carcajada ronca de Demian resuena. Francis, ¿Tengo que arrancarte la pregunta acaso?— Sonríe malicioso.

—No.— Traga saliva con sus manos transpiradas.

—Entonces te recuerdo que estás acá por tu propia voluntad.— Alza sus cejas.

Francis suspira y lanza una maldición. —¡Carajos!— Refriega sus mános.

—Al grano, Francis.— Murmura perdiendo la paciencia.

—Quisiera pedir la mano de Eva frente a vos, que me des tu bendición para casarme con tu hija.— Suelta todo junto y muy poco entendible.

El rubio se queda quieto sin mover un solo músculo de su cuerpo ni rostro. ¿Que?— Lo mira serio.

—Quiero pedirle matrimonio a Eva, pero quiero primero tu consentimiento para saber que estás de acuerdo con esta unión.— Explica manteniéndole la mirada.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora