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Theo suspira y asiente.

Estaba realmente avergonzado y al mismo tiempo agradecido de que su mejor amigo estuviera tratando a su mujer con muchísimo respeto, a pesar de tenerla semi desnuda frente a él.

No obstante, estaba más que seguro de que no podía hacerlo solo, no en ese estado de shock en el que se encontraba.

Repitiéndose una y otra vez lo mal que había actuado y que todo eso había sucedido por su culpa.

—¿Podés, abrocharlo por favor?— Theo traga saliva, cuando la tiene apoyada en su pecho, acaricia su nuca.

Demian asiente.

Abrocha su corpiño de algodón y se pone de pie para pasarle el pijama que había conseguido, con su ayuda, están logrando poner el mismo sobre su cuerpo sin tener que romperlo, Demian había sostenido la bolsa de suero y Theo, cuándo la dejo, nuevamente recostada, coloco la manga con muchísimo cuidado.

Theo cierra los ojos, falta a lo peor, su entrepierna.

—Vos podés, Theo.— Lo anima. —Necesitas hacer esto para qué él medico la pueda ver.— Sisea.

Theo ve las últimas dos prendas restantes que Demian había tomado al azar.

Y luego asiente. —No te vayas.— Pide cabizbajo.

Demian asiente. —Tenes que hacerlo.— Demanda.

Comenzando a retirar los pads utilizados y sucios, para ingresar al cuarto de baño, dándole cierta privacidad a su mejor amigo, quién comienza a quitar su pantalón y su colaless de encaje, completamente manchada de sangre, la sangre en su cuerpo le hierve.

Quiere romper y acabar con todo, y lo peor es que no puede hacerlo porqué Max ya lo mató.

Theo jadea, y frunce sus cejas, alza su vista y la mira.

Está sufriendo y mucho, pero agradece qué Elena no esté despierta.

Demian vuelve y le acerca una toalla con agua tibia para qué le sea de mejor facilidad limpiar esa zona.

Sólo puede ver el estado en el que él se encuentra.

—Tirare la ropa.— Toma la misma y vuelve a ingresar al cuarto de baño.

Theo comienza a limpiar la zona con cuidado, queriendo sacar hasta la última gota de sangre que hay allí.

Incluso agradece esa toalla caliente, y luego se estira levemente para quitar con un pads los residuos, la había violado, y no estaba seguro de si había usado preservativos porque su zona estaba muy mal herida. 

Todo aquello lo hacía entrar en colera cada vez más.

—Demian.— Lo llama ronco. —¿Me podrías traer otra?— Sisea.

Demian se acerca con otra toalla caliente en sus manos. —¿Sigue sangrando?— Achina sus ojos.

Pero nunca mira en sí, su entrepierna.

Theo suspira, profundamente, volviendo a colocar la toalla entre sus pliegues, sintiendo como el olor a sangre disminuía notablemente y sólo se olía a esos medicamentos qué Seth le había dado.

—Creo qué no. ¿Podrías traerme un protector diario, o una toalla de esas que usan?— Señala su prenda interior.

Demian aprieta sus labios y vuelve a ingresar al baño, tiraría la toalla y la ropa, incluso la misma ya esta en el sesto de basura con lo demás. No quería que Theo tuviera que ver eso al lavarse y menos que menos qué tenerlo presente.

Para cuándo, finalmente, Demian la encuentra se acerca encontrarndose con Theo colocando su prenda interior, y tomando dicha toalla intimida para ver cómo es que se ponía.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora