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—¿Mi amor, que estamos haciendo específicamente en tu jet?— Lo mira divertida.

No hace menos de veinte minutos que habían abordado el set con dos valijas Carry on.
Adela llamó a Kevin para corroborar que él supiera que no iba a presentarse, al menos, por esta tarde hasta que su marido le dijera que estaba planeando.

Pero su amigo y asistente no se mostró muy preocupado de que ella no fuera a asistir, es más, parecía estar completamente informado, para desgracia de la castaña no pudo sacarle más información.

Tampoco se preocupaba, había adoptado el ritmo de vida que llevaba su marido sin preocupaciones, y si bien no era fanática de dejarle su trabajo o tareas encomendadas a otras personas se lo tomaba todo de manera mucho más relajada.

—Creí que estaba claro, nena.— Le guiña un ojo juguetón.

—Me parece que no me quedó claro.— Muerde su labio inferior luego de que él le robara un beso.

—Digamos que me tomé el atrevimiento de secuestrar a mi mujer.— Explica subiendo sus hombros, y cerrando la puerta de la habitación con seguro.

—Uhmm... Eso suena interesante.— Responde, Adela, coqueta... Mirándolo de arriba a abajo sin ningún pudor alguno.

—Quiero pasar unos días con mi esposa, con mi flamante esposa alejada de nuestros hijos aprovechando que están en el instituto.— Le responde aun pegado a sus labios.

—Señor Maloy... Es usted un arriesgado.— Aprieta sus labios evitando soltar una carcajada.

—Estoy seguro de que estás encantada con la idea.— Sisea.

Ella baja la mirada porque tiene sus mejillas completamente ruborizada. —No voy a negar que la idea me parece muy tentadora, pero le recuerdo que tengo trabajo y que no puedo dejarlo así porque sí.— Alza una ceja en su dirección y él mueve su mano restándole importancia.

—Tenemos gente que se puede ocupar de eso, no te preocupes.— Lleva su nariz a su cuello dejando cálidos besos en la zona.

—Amor.— Su labio inferior intentando contener las ganas que tiene de abalanzarse hacia él.

—Te dije que nuestra vida iba a ser siempre dándonos un momento para los dos, por más que tuviéramos hijos y que estos fueran lo mejor que nos ha pasado después de nuestra relación.— Acota.

Adela no sabe que excusa poner es por eso que lo abraza pasando delicadamente sus brazos tras su cuello. —No puedo negarme a eso.— Sonríe.

—No, no puede por más que quiera, señora Maloy, estos cuatro días será absolutamente mía.— Tira de su labio y le sonríe.

—¿A dónde tenemos el honor de dirigirnos?— Se coloca encima de él desabrochando su corbata.

—Iremos a la isla que Albert nos regaló por nuestra boda.— Se deja desnudar por ella... Disfrutando del vuelo y sabiendo que no los van a interrumpir.

Respecto a la oficina, arreglo con su socio, que se tomaría estos cuatro días, y después él tendría también unos días para irse, si así lo deseaba, junto Elena.

Fred y Aiden se quedarían en un departamento a tan sólo dos cuadras del instituto de los chicos, en caso de cualquier emergencia además directa de ir a visitarlos todos los días a la hora de su almuerzo.

Quién le había propuesto la fabulosa idea había sido nada más y nada menos que Albert, por el simple hecho de que esta semana si los chicos estuvieron con bastante ajetreo en sus trabajos y la idea de descansar un poco junto a sus mujeres no les vendría para nada mal, ya sabiendo que las cosas están solucionadas y que no habrá repercusiones que puedan dañar a su familia o a sus seres queridos más allegados.

EL PROTECTORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora