El Mejor Omega

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Enid ayudó rápidamente a sacar toda la ropa y dejarla dobla a un lado, cuando va a continuar con su propia vestimenta, la morena la detiene.

-Todo, menos la corbata. -Le ordena y la rubia lo piensa un segundo pero huele las feromonas, el carbón y romero aceleran su corazón y no se detiene a preguntar, solo se quita el resto de la ropa para dejarla doblada junto a la de su Alfa.

-Listo. -Dice, dando un saltito con la sonrisa amplia.

-... Da una vuelta para que te vea. -La morena se sienta en su cama y cruza las piernas, en tanto sus pupilas se deleitan con la visión de la loba dando una vuelta lenta, algo sonrojada.

Aunque Merlina lleva un buen tiempo viéndola desnuda, siempre tiene algo de vergüenza cuando esos ojos de pescado muerto se clavan en ella. La pelinegra se levanta y camina unos pasos hasta quedar enfrente de su pareja, la comienza a oler desde el cuello hasta mucho más abajo. Las exhalaciones de aire caliente le dan escalofríos al contacto con su piel.

-De las muchas cosas que me enojaron cuando te llevaron a ese campamento... -Comienza a hablar tocándole el cuello, si se le pone suficiente atención encuentra pequeñas cicatrices que revelan lo mucho que la rubia intentó liberarse. -Fue la mala experiencia que tuviste con los collares.

-Ewwww. -De solo recordarlo le dan ganas de vomitar.

-Por eso comenzaremos con un... refuerzo positivo. – A Merlina le pone mucho el uso de collares, cuerdas y otros juguetes, pero no quiere empujar a su esposa de golpe a algo que a luces le incomoda.

-¿Refuerzo? -La chica va a preguntar exactamente a que se refiere, cuándo la mano derecha de la morena le jala de la corbata para que su cabeza baje al nivel de la de ella.

-Ya que tienes tan alta la disposición de ayudarme, ven, juguemos un rato.

-Lo que tú quieras. -Da una sonrisa boba que alivia a la morena, la corbata no le detona los malos recuerdos.

-Entonces sígueme. -Vuelve a jalar de la corbata guiando a la chica más alta.

Para Merlina el tamaño es importante, va a llevar de contrabando un colchón king size para que Eugene le ayuda a transmutar una base al tamaño correcto y poder descansar como es debido junto a su esposa... pero eso será otro día, por hoy jugarán con lo que tienen a disposición.

Con la corbata va guiando la lengua de Enid en posición y tiempos. Si la chica está lamiendo o mordiendo muy rápido, la mueve de lugar aunque a ella le moleste.

Primero la deja vagar por su cuello cerca de la marca, la dirige hacia sus pechos donde la ojiazul parece tener un buen rato, la siguiente parada es el ombligo, en el cual Enid descubre que si inserta su lengua y empuja hacia arriba un sonido muy curioso aparece.

-Jis,jis,jis. -Merlina siente cosquillas. -Deja eso que me cortas la inspiración.

-Es la primera vez que te escucho reír por algo que hice. -Está muy feliz. -Voy a intentarlo de nuevo.

-¡No! -La mueve con la corbata. –Y jamás revelaras tal información a nadie.

-Claro que no. -Bufa indignada la chica, con el movimiento de la corbata tiene que regresar a la cara de la morena. -¿Por qué revelaría algo tan íntimo? -Aún cuando Merlina fuera obligada a tomar otro omega como pareja, no le compartiría un secreto tan valioso... que le cueste su trabajo.

-Buena chica. -Da una media sonrisa y permite que la loba le bese.

El juego sigue, Enid pasa un buen rato entre las piernas de su Alfa dando pequeñas mordidas a los muslos, chupando y lamiendo todo cuanto puede a la velocidad que le dicta Merlina, hasta que frente a sus ojos el milagro aparece.

Una Luna y Tres Cuartos de Sangre SuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora