Enidmdor

3.5K 489 492
                                    



Al no obtener una respuesta satisfactoria, los soldados de las puertas toman presa a la bruja quien es llevada frente al capitán de la guardia que por trabajo se encuentra de paso en la aldea, la bruja esperaba encontrase con un tipo moreno grande y fuerte que siempre usa una pesada armadura encantada la cual lo hace invulnerable pero que también le provoca una gran incomodidad como precio por la protección.

-¿La cantina? -Le parece extraño, en el libro el capitan Kalimdor era abstemio, odiaba a los borrachos pues su padre fue uno.

-No preguntes. -Suspira el guardia al abrir la puerta. -¿Se encuentra aquí el capitán?

-Estoy fuera de la comisaría. -La voz aguda pero cansada llama la atención de la bruja. -Lo que sea mañana lo arreglo, lo mato o lo saco a patadas del pueblo.

-¿Tú eres el capitán? -Pregunta la morena quien camina hacia la última mesa donde una melena rubia está esparcida en la maltrecha madera a lado de varias botellas que apestan a alcohol.

-Desde que sale el sol hasta que se oculta. -Gruñe con molestia. -Lo que necesites, pidelo maña... -Al levantar la cabeza sus ojos se conectan. -¿Te conozco?

-Pues... -Se le queda viendo, es Enid pero su cuerpo es muy diferente. -No estoy segura.

-Es una bruja que merodeaba la entrada del pueblo, se negó a decir su nombre y la razón que la ha traído aquí.

-¿Te perdiste? -Sonríe buscando hasta la última gota de licor en una de las botellas. -¿O qué haces hasta el culo del reino?

-¡Capitán! -Uno de sus compañeros de cabello ocre le reprocha.

-Que en la noche no soy Capitán, Ruthemdor. -Le gruñe al ojiazul.

-Enidmdor, Capitán de la Guardia del Sacro Reino de Dullatan mañana partimos... por favor deja de beber, estás dando un mal ejemplo a tus soldados.

-Tsh. -Truena la boca y se levanta, a la bruja le da un algo cuando le ve. -Eres un pesado. -Debe medir los 2.30 m, su cabello rubio lleva algunas trenzas que caen unos 30 cm, se ve imponente con su pesada y brillante armadura, junto con su espada.

-Enidmdor...– Musita la morena, es la primera vez que el nombre de la rubia cambia... ¿O no? Ya no recuerda el último salto que tuvo, comienza a observar alrededor, ve algunos de los hombres en armadura, tiene la sensación de que los conoce pero no recuerda sus nombres.

-Oye, me gusta cuando dices mi nombre. -La ojiazul se le acerca -¿Qué haces tú hasta el culo del reino?

-Encontramos a la bruja vagando por la entrada del pueblo, se ha negado a decir su nombre o la razón por la que se encuentra aquí. -Contesta uno de los soldados.

-¿Será que a mí me digas tu nombre, lindura? -Sonríe descarada acercando la mano a la cara de la morena.

-No me llames lindura. -Entrecierra los ojos y aparta la pesada mano cubierta por el guantelete de acero.

-Eres una bruja mala. -Vuelve a sonreír y a la ojinegro le da un vuelco en el corazón el ver esa cara con cicatrices y los colmillos saltones que se dejan ver entre los labios.

-No tienes idea de lo mala que puedo ser. -Pone una mano en el libro y al instante los soldados se levantan con espadas en mano.

-Si no dirás tu nombre, al menos nos dirás ¿qué haces en un pueblucho a las afueras del reino?

-Estoy buscando... -Sus ojos se llenan de miedo. -¿Qué estoy buscando?

-Ja,ja,ja,ja, no lo se, con suerte me estabas buscando a mi. -Aunque Ruthemdor le pide que tenga cuidado, la rubia de dos pasos ya está enfrente de la bruja. – Quizá comiste algún hongo pocho en el bosque y por eso no te acuerdas.

Una Luna y Tres Cuartos de Sangre SuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora