32.Herondale

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Me iva a la sala de entrenamiento con lágrimas en mis ojos, sólo quería que nadie me viera, lo único que me apetecía era desaogarme. Romper algo o ir de caza. Cuando entre en la sala me sobresale al ver que había alguien. Me escondió detrás de la puerta y vi que era Jace, practicando equilibrio en unas vigas, parecía aburrido. Carla se seco sus lágrimas y entró en la sala, Jace se percató de su entrada y la miró con sorpresa.
-Que haces aqui?-preguntó su medio hermano, Carla lo observó detenidamente. Tenía las fracciones angulosas como ella y ojos marrones pero los de Carla eran avellana y los suyos puro oro. Era alto como ella y tenía la misma forma de los ojos que su hermana.
-He venido a entrenar.-dijo, su voz sonó algo cortante y se puso frente a un muñeco de entrenamiento y empezó a darle golpes, cada uno más fuerte que el otro y con más dolor. Debería decírselo? Le di un puñetazo al muñeco. Porque no me lo dijo? Le di una patada en el cuello. Porque me lo oculto?!?!? Le di una doble patada en el torso. Seguí así cada vez más fuerte hasta que quede sudando en el suelo sin fuerzas. Jace seguía el las vigas, pero le miraba con expresión divertida.
-Algo me dice que te pasa algo, y mi instinto nunca se equivoca.-le dijo claramente entretenido.
-Pues tu instinto esta dejando de funcionarte. No me pasa nada.-le dijo con voz sería y cortante. No sabía como comportarse con su hermano, siempre fueron Alis y ella, la sonrisa de Jace se amplificó.
-Creó que el muñeco no esta de acuerdo.-le dijo sin dejar de sonreir y Carla lo fulminó con la mirada. No sabía si decírselo, sería mejor que si, porque Alis se había ido y les parecería extraño no recibir la dirección y no decírselo sería una gran estupidez, por el mismo motivo que Alexis no se lo contó a ella, lágrimas empezaron a rodarle por la mejilla. Por el ángel, ella nunca lloraba, pero era inutil poner resistencia. La sonrisa de Jace se desvaneció de su rostro y salto de la viga aterrizando elegantemente contra el suelo y hiendo hacia ella.
-Quiero enseñarte algo.-le dijo Carla. No tenía valor para contárselo y sabía que no elegiría bien sus palabras, eso se le daba mejor a Alis. Asíque lo guió hasta el cuarto donde habían asignado a Alis y le enseñó la carta. Jace se quedó tan pálido que Carla se sobresalto un poco, se quedó petrificado en su sitio y salió del cuarto. Carla iva tras el entre sollozos, vio como Jace entraba a la sala de entrenamiento y se equipaba con tantos cuchillos serafines y dagas que parecía que la ropa le pesaba 30 kilos. Pero Jace se movía como si nada.
-Que estas haciendo?-le preguntó Carla con miedo de enfadar a su hermano. El la miró determinadamente y volvió a lo suyo.
-De caza, necesito matar algunos demonios.-le dijo cortante y Carla sintió un extraño dolor cuando le habló con esa frialdad como si ella fuera un espécimen peligroso. Ella era la que se enteraba de todo, ella era la que nunca le sorprendían. Pero ahora todo lo que sabía o creía que era se derrumbó.
-Voy contigo.-le dijo firme y el la miró como si fuera a contradecirle y ella lo miró desafiante. Jace se sorprendió ante la mirada de Carla tan parecida a la suya.
-De acuerdo.-le dijo y Carla al igual que el empezó a equiparse con armas, cogió dagas y cuchillos serafines. También cogió un arco y se colgó un carcaj a la espalda llena de flechas, cuando estuvieron listos se retiraron del instituto.

Alis caminaba por las calles de Nueva York hacia la direccion donde le enviaron. Se pregunto si habia sido buena idea escribir esa carta, su hermana estaria enfadadisima y se pregunto si se lo hubiera dicho a Jace. Cerro los ojos al sentir un inesperado dolor, Jace, la primera vez que lo vio ya supo quien era y diablos, se parecia tanto a Carla en su modo de ser, con una capa temeraria y arrogante por encima y un interior tan fragil como una fina capa de hielo sobre las aguas mediterraneas. El calido viento primaveral le acariciaba dulcemente el rostro y hizo que algunos rizos bajo la capucha se le escaparan, el viento en Nueva York olía a basura caliente y gasolina. No paraba de escucharse los sonidos del tráfico a de las bocinas de coches policia y ambulancias. Llegó a la dirección, era un edificio bastante moderno llenos de enormes ventanales de cristal y la cima se perdía entre la incandescente luz de sol, había un hombre de seguridad, un mundano. Se acercó a Alis.
-En que puedo ayudarte?-le preguntó el mundano, Alis se bajo la capucha y se acercó elegantemente.
-Me preguntaba si se hospedaba aquí el señor Djh.-dijo Alis, ese es el nombre clave que le dijeron en la carta. El hombre la miró con curiosidad.
-Quien eres?-le preguntó ahora con un tono serio.
-Soy el mayor Herondale.-le dijo Alis y el señor le recorrió con la vista y le dejó pasar. Alis entró con la cabeza alta y el señor pisándole los talones.
-Planta 42 cuarto 106, el señor Djh la esperaba.-le dijo mientras le guiaba al ascensor, Alis asintió con una sonrisa y entró. Vio como los números subían y se sintió nerviosa de lo que le esperaba y de la información que compartirian. El ascensor se abrió dejando al descubierto un luminoso pasillo lleno de luces a los costados y en el final se podía apreciar unos de los grandes ventanales de cristal con vistas a todo Nueva York. Fue caminando por el pasillo viendo las placas doradas en las blancas puertas con números grabados, se paro en la 106 y llamó. Al instante un hombre parecido al señor de seguridad abrió con cara sería y le miró directamente a los ojos.
-Eres mayor Herondale?-preguntó incrédulo y Alis asintió, se sentía secretamente divertida por lo que le diría alguien si no lo hubiera sido. El hombre se hizo a un lado y Alis paso. Era un majestuoso despacho color marrón oscuro con obras de arte y alguna escultura decorando la estancia y como en el pasillo, en el costado izquierdo había un ventanal pero más grande que daba mejores vistas al perfil de Nueva York. Había una gran mesa de roble color negro con varios utensilios de oficina y detrás de el había un hombre, mejor dicho un cazador de sombras, seguro más mayor que ella pero no tanto. Era bastante atractivo, o eso pensaba ya que tenía la cabeza un poco gacha que dejaba ver gran parte de su pelo rubio oscuro, Alis se sentó en un sillón frente a el y vio como levantaba un poco la mirada para luego volver a bajarla al papel que tenía encima de la mesa y reírse.
-Alexis Alison Herondale, que grata sorpresa.-le dijo con voz burlona y Alis sacudió la cabeza confundida.
-Como sabes mi nombre?-preguntó un poco aturdida y el soltó una carcajada.
-Tu eres el mayor Herondale?-le preguntó con divertida incredulidad sin contestar a su pregunta.
-Si, lo soy. Me sorprende que aún sabiendo mi nombre no sepas eso.-le dijo algo cortante y el sonrió.
-Eso lo dudó pequeña Alexis.-le dijo con diversión y Alis se tenso molesta.
-Como que lo dudas?-le dijo Alis con incredulidad y el muchacho seguía sonriendo, levantó del todo la cabeza y Alis casi suelta un grito al ver el parecido.
-Porque yo soy el mayor Herondale.-le dijo el desconocido muchacho y Alis abrió la boca sorprendida. Por el angel.

Cazadores de sombras: ciudad de los recuerdos guardadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora