One Shots ☯ Teen Wolf

55. Scott McCall

#SAD

El niño bueno, que no dañaría ni a una mosca, porque se fijaría en una siniestra alma perdida del bosque, que se esconde entre árboles, que se oculta entre verdes matorrales mientras observa a un joven crecer, convertirse en un guapo muchacho y tambien en el amor de mi eterna vida, de mi inmortal corazón, si es que tengo.

-¿Cuando dejarás de observarlo? - me preguntó mi joven hermana - Sabes que llegará un día que encuentre novia, llegará el día en que se case, que tenga hijos, que sea abuelo y sabes que viene después viene nuestra vieja amiga, ya sabes a quien me refiero, y se lo lleva - azoté con fuerza el árbol y me di la vuelta para irme a casa.

-Eres odiosa - Ella solo rió, le encantaba hacerme rabiar y sabía que mi ansia por ser mortal era una buena baza.

-Me tienes que aguantar... ¿cuánto es infinito? - la fulmine con la mirada y empecé a correr, solo pedía una cosa envejecer y morir pero es lo que tiene que tu madre sea una bruja bastante odiada y que por su culpa estemos algo así como malditas, no podemos morir, ni envejecer.

Lancé un hechizo para poder volar, al menos esa sensación me gustaba, me sentía libre, aunque llegaba un punto donde me mareaba y me caía, siempre, en la misma zona del bosque, una vez más pasó, pero esta vez no estaba sola, varios chicos rodeaban un tronco cortado, la última vez caí encima de él.

-¿Quien eres? - me pregunto un muchacho apuntandome con un bate, me levante con cuidado pero otra me pisó con un tacón, pelirroja y algo peligrosa por lo que parece.

-Auuch - salte a pata coja, otro muchacho vino a sujetarme.

-Chicos, solo es una chavala - esa voz, esa voz la conozco, la escuchaba todos los días o al menos eso intentaba.

-Tú... - susurre, él me miró extrañado pero yo sentía una pacimonia interior.

-Es un placer conocerte por fin, me alegra saber que no estaba loco - ahora era yo la que estaba extrañada.

-¿Sabes quien es? - preguntó la pelirroja.

-Algo así, ¿cierto Beth? - ¿como sabia mi nombre?, era imposible, nunca había mantenido contacto con él.

-Scott, ¿cómo sabes quien soy?, ¿cómo sabes mi nombre? - me separé un poco de él, normalmente esto no pasa, nadie me conoce, ni me ve.

-Soy hombre lobo, escucho a la perfección, a parte, de chico por la noche, me quedaba despierto esperando a que te subieras al árbol a verme dormir, te veía, siempre te hee visto, cuando me convertí empecé a escuchar conversaciones  y una cosa me  llevo a saber otra - se encogió de hombros - Nunca me atreví a entablar contacto, no sabía porque estabas ahí.

-Para verte, para protegerte, para cuidarte, y para amarte aunque tuviera que ser desde lejos - mis ojos  se empañaron, él sonrió levemente.

A partir de ese día ya no tenía que esconderme, pero a pesar de las ganas que ambos  teníamos jamás llegamos a más de largas charlas, no podía darme esperanzas y mucho menos a él. Scott fue consciente desde el principio de mi situación, de mi maldición, aunque él la llamaba virtud, ya que podía estar en todos los grandes acontecimientos de la historia y yo siempre le contestaba que no lo haria  con él y que entonces no valía la pena, cuando cumplió los 25 desaparecí de su vida, no lo volví a ver hasta varios años después pero procure que no se diera cuenta.

Lo veía todos los años al menos una vez, hasta que empezó a envejecer, algunas fuentes me contaban que preguntaba por mi, siempre me partió el corazón pero no podía hacerlo, no podía aparecer en su vida así sin más y volverme a ir, a pesar de ser un hombre lobo lo inevitable llegó.

Un 13 de marzo me comunicaron su muerte, mi alma dejó de existir ese día, me sentía devastada y muy culpable sus últimas palabras fueron.

Decidle a mi querida  protectora que siempre supe que estaba ahí, que todavía le quiero - claro que me lo hicieron llegar, al segundo instante ya estaba en el cementerio, llorando la muerte de mi más amado mortal, de mi hombre lobo, de mi debilidad, antes de que por fin fuera libre de mi injusto castigo.

-Te quiero Scott - yo fui la siguiente en morir.