One Shots ☯ Teen Wolf

84. Peter Hale

Dedicado a: novelasmix (One Shot de ayuda)

El autobús llevaba horas en medio de la montaña, al principio todo estaba bien, era de día y todo el mundo pensaba que tarde o temprano la grúa llegaría, pero ese momento no llegó y la noche se hizo presente.

-Malia, ¿sigue sin haber cobertura? - ella me asintió, estábamos la mitad de la manada allí, a excepción de los que no estaban en la escuela.

-¿Estas bien? - asentí, a pesar de mi tiempo siendo mujer loba, la noche me ponía nerviosa, incómoda y estar atrapada en un bus, no era de gran ayuda.

-Relájate, respira hondo - me sugirió Scott desde el asiento de delante, asentí e hice lo que me pidió.

-No quiero que nadie se mueva, saldré a revisar el motor y a buscar ayuda cercana - el entrenador, encargado de esta excursión abandonó el transporte, por suerte estábamos en recto, llega a ser una cuesta y no estaríamos vivos.

-¿Sabemos algo de los Hale? - preguntó Lydia al otro lado del pasillo, Stiles negó, casi me pongo a lloriquear al escuchar el apellido de Peter, él era mi ancla y eso nos había unido mucho, pero solo como amigos, era lo máximo que podías llegar con Hale.

A parte de él mismo y Malia, nadie sabía quien era mi ancla, por eso de su mala reputación. Según él era mejor que nadie lo supiera, me había ayudado mucho, en noches como esta, donde mi corazón late rápido, mis ojos se vuelven amarillos, mis garras salen y me descontrolo. Tenía que admitirlo, en ese momento lo necesitaba.

-Malia - susurré, ella me miró - Lo necesito - moví mis labios sin emitir ningún sonido, pero ella me entendió y me miró comprensiva.

-Vendrá - pasó su brazo por mis hombros y me acurrucó en su pecho, Malia era mi mejor amiga, se preocupaba mucho por mí y me cuidaba. Un ruido en el motor hizo que me exaltara aún más.

-¿Qué ha sido eso? - preguntó Allison asustada, pero no fue la única, muchos más alumnos se levantaron y empezaron a gritar en el autobús, me cabeza dolía muy fuerte y mi respiración era cada vez más rápida, o el ambiente cambiaba o dentro de poco, tendría un problema.

-Scott, Miri no esta bien - el alfa me miro, estaba hecha un ovillo en las piernas de Malia - hay que sacarla de aquí, sea como sea - Scott pareció captar la situación rápido, porque se levantó y empezó a poner orden, pero no era suficiente, seguía inquieta.

Ahora un golpe en la parte trasera, horrorizo a los alumnos, yo no podía mas, empecé a gritar, pero de dolor porque me estaba clavando mis propias garras en mis manos para que nadie las viera, Malia me intentaba relajar, pero era en vano, necesitaba a mi ancla.

-Scott - gritó Malia al verme las manos con goterones de sangre.

-Hago lo que puedo - él seguía poniendo orden pero de nada servía, de repente la puerta se abrió dejando a todos estáticos, un olor familiar llegó a mis fosas nasales, empecé a temblar por el dolor.

Podía notar como Peter se acercaba hasta mi asiento -Malia dejamela - como pudo me tomó en sus brazos y me tapó con una manta, para que nadie me viera - Miri, ya esta, estas a salvo, estoy aquí - decía en mi oído mientras salíamos del autobús.

Me acurruqué en su cuello, aspirando su fragancia, mi respiración se acompasó con la suya volviendose tranquila y relajada, mis garras volvieron a desaparecer pero el dolor en mis manos era horrible.

Entramos en el coche de Peter me dejó de copiloto, seguía reliada en la manta y él se montó de piloto - Te llevaré al loft para curarte esas heridas y de paso que descanses - puso una mano en el volante y la otra la tendió para que yo la tomara.

-Gracias Peter - tomé la mano y él empezó a acariciarla, un quejido salió de mis labios por las heridas recientes pero mis ojos se cerraron pudiendo dormir por fin tranquila.

-De nada pequeña - pude escuchar antes de dormirme del todo, nunca me había dicho así.

Al despertarme estaba en el loft, mis manos ya no dolían al menos no de la misma forma - ¿Peter? - pregunté al levantarme, estaba en su cama, las sábanas olían a él, no podía negar que la situción era más que agradable.

-Estoy aquí - escuché su voz de un lugar cercano, la puerta que daba al baño se abrió - ¿Estás mejor?

-Sí, ¿por qué las manos no me duele? - pregunté rozando las heridas.

-Truco de los lobos, podemos quitarle el dolor a otras personas - lo miré asombrada.

-¿Cómo se hace? - pregunté alucinada, él sonrió con suficiencia.

-Dicen que solo lo puedes hacer cuando alguien te importa y además duele demasiado, piensa que absorbes el dolor de la otra persona - dudé mi acción, pero con más control del que pensaba que poseía, saqué una garras y arañe el brazo de Peter - Oye - se quejó.

-¿Duele? - él asintió obvio - ¿Que tengo que hacer?

-Ya te he dicho que no es fácil, no seas testaruda, además no creo que sea tan importante para ti - reí.

-Me salvas la vida, eres la persona la cual me da tranquilidad para no descontrolarme y piensas que no eres importante para mí, quierete más - ahora él fue el que rió.

-Yo me quiero, lo que no me ilusiono pensando que una adolescente piensa en mi, cuando no puede controlarse.

-Pienso en tí más de lo que crees - dije con la voz más ronca de lo normal, la situación se estaba yendo de lugar, recordé una de las clases de Deaton, tome su mano y focalicé mi mente en mi acción, a los segundos un dolor corría por mi brazo y venas negras lo adornaban, el dolor no era insoportable pero si molesto, a los segundos paró.

-No hacía falta - dijo levantandose de la cama.

-Tú lo hiciste conmigo - volví a mirar mis manos con marcas.

-Debía hacerlo, soy tu ancla - se giró hacía la puerta.

-Por esa razón tu debes importarme, por esa razón cuando estaba a punto de colapsar en el autobús pensaba en tí, por eso le dije a Malia, lo necesito, refiriendome a ti, por eso puedo quitarte el dolor y por eso... por eso no quieres que nadie lo sepa, porque yo al igual que tu, soy tu ancla y te importo - termine mi discurso todavía sentada en la cama, él no hacía ningún gesto.

-Buena reflexión, pero solo es eso, una reflexión - y salió por la puerta, una lágrima cayó por mi mejilla y grité, como cuando estaba en el autobus, como si tuviera un cuchillo en el corazón, como si este se rompiera en mil pedazos por un desamor.