Lena sabe la verdad de Kara, Lex se lo contó antes de que ella lo matara. Se enfada con Kara por descubrir que la amistad que tenían no era real, pero una carta escrita de puño y letra de ella, da respuesta a algunas cosas y el enfado se convierte...
Los guardias avisaron a Alura sobre la llegada de su hija, así que ella salió de casa corriendo para recibirla, la había echado mucho de menos.
La vio junto a Lena y sonrió, se acercó con más calma y abrazó a su hija.
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—Kara, mi pequeña.
—Hola mamá.
Se separaron y Kara le dijo a Lena que se acercara.
—Mamá, ¿te acuerdas de Lena?
— Por supuesto que sí. —se abrazaron.
—Me alegra verla señora Zor-El.
—Llámame Alura. ¿Qué os trae por aquí?
— ¿Podemos ir a casa? lo que tenemos que contarte es privado. —dijo Kara.
—Claro.
Se fueron a casa, Kara dejó las dos maletas en una habitación y se reunió con las dos mujeres más importantes de su vida que estaban en el salón.
—Antes de nada, quiero decirte que Lena y yo somos novias. —dijo Kara.
—Que alegría. —dijo Alura sonriendo y poniendo sus manos en su pecho. —Ahora entiendo esa felicidad en tus ojos, cuando nos reencontramos se te veía triste.
—Hemos pasado por muchas cosas mamá, ya es hora de que seamos felices las dos. —dijo Kara cogiendo la mano de Lena.
—Es una gran noticia. ¿Qué es lo otro?
—Lo siento, pero lo otro es... es una historia muy larga y creo que Kal-El debería estar presente. —dijo Kara.
—De acuerdo, voy a buscarlo, pero por lo que veo en tu cara parece algo serio. —dijo Alura.
—Lo es.
—Vuelvo enseguida, mientras tanto poneros cómodas. —Alura se marchó.
—Ven, vamos a mi habitación, creo que allí hay ropa para que puedas ponerte. —dijo Kara, se levantaron sin soltarse y fueron por el pasillo, se encontraron con un perro y Kara sonrió. —hola amiguito, me llamo Kara y soy hija de tu mamá. —dijo mientras lo acariciaba.
