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Esa tarde, dos personas aparecieron en el aeropuerto de Nacional City, una rubia y una morena, se dirigieron al hotel.

— ¿Estás segura de hacerlo ahora? —preguntó la rubia.

—Quiero saber más de esa chica. Sabes que las veces que hemos hablado con Rachel, al principio su voz era triste, pero en poco tiempo se la notaba alegre, feliz.

—Es cierto.

—Quiero conocer la persona que la hace feliz, ver si es la adecuada para ella. Sé que en la reunión no podremos hablar mucho, no podré comprobarlo por mí misma.

—Lo sé, pero creo que tenías que haber avisado.

—No, es mejor pillarlas por sorpresa.

—San, no saques tu lado perra solo porque eres sobreprotectora con Rachel. Esta persona no te conoce, la asustaras y puede que no quiera ver mas a Rach por tu culpa.

—Te prometo que no la sacaré, hace años que ya no soy así.

—Lo sacaste cuando te enteraste de lo que hizo St. James. —dijo mientras levantaba una ceja.

—Pero no me dejasteis darle su merecido. —dijo Santana con el entrecejo fruncido.

—Porque ya somos adultos, ya te vengaste de él en el instituto.

—Y no aprendió nada de ello.

—Bueno, ahora no importa, Rachel es feliz así que dejemos que lo sea. Hace mucho tiempo que no la vemos sonreír con sinceridad.

—Sí. —suspiró. —menos mal que te tengo Britt.

—Mi amor, siempre me tendrás. Además tienes que controlarte un poco y más si dentro de poco se cumple nuestro sueño. —le dijo sonriendo, Santana también sonrió.

Llegaron al hotel, se registraron y fueron a su habitación, después salieron para cenar.

Lara estaba en casa terminando de preparar el picnic con ayuda de su madre. Iba a llevar a Rachel a las afueras para que pudieran estar tranquilas, contemplar la ciudad por un lado y las estrellas por el otro, pensó que era el mejor lugar para pedirle ser su novia.

Cuando ya tenía la cesta lista con el mantel y la manta, se marchó volando hasta la casa de Rachel.

— ¿Lista? —preguntó flotando fuera de la casa, Rachel se acercó a la ventana y la vio.

—Sí. ¿A dónde vamos? — Lara la miró de arriba abajo, llevaba un vestido azul marino que le llegaba a mitad del muslo y unos zapatos de tacón negros.

 ¿A dónde vamos? — Lara la miró de arriba abajo, llevaba un vestido azul marino que le llegaba a mitad del muslo y unos zapatos de tacón negros

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—Mmm, creo que te voy a tener que llevar en brazos. —dijo Lara sin contestar la pregunta.

Se acercó al balcón y aterrizó en el suelo, entró en el salón y le dio la cesta y después la cogió en brazos.

Destinadas (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora