—¡A babor! —gritó Dans al ver la fragata separatista enemiga preparar sus dos cañones de iones de largo alcance—. Ajusten el rumbo cuarenta grados. Desvíen la energía a los escudos de estribor. Y preparen el cañón turboláser.
—Ajustando rumbo cuarenta grados —indicó uno de los clones desde la operadora del segundo nivel del puente.
—Carga del cañón turboláser al setenta por ciento —dijo otro—, tiempo estimado: quince segundos.
—Bal, ¿cómo está todo en la sala de máquinas? —preguntó a través del intercomunicador.
—La verdad, no entiendo de máquinas. Carter se está ocupando de eso, pero me dice que todo está en óptimas condiciones —contestó. Haberse distribuido las funciones de toda una nave capital entre veinticuatro personas era tedioso, por no decir impensable, aún para esa nave que requería muy pocos tripulantes. Muchos de los sistemas tuvieron que pasar al control automático y no había un técnico que reprogramara los droides.
Dans cortó la comunicación. El impacto de los pulsos de iones sobre el escudo sacudió violentamente la nave. Las defensas solo aguantarían un golpe más.
—¡Perdemos los escudos, no tenemos más potencia! —alertó un clon desde el tercer nivel del puente.
—Tenemos daños medios en la proa, es como si no quisieran derribarnos por completo —informó Rodman desde el mapa estelar en la sala posterior directa al puente.
Dans entrecerró los ojos y enfocó la vista. Los hangares de las cinco naves separatistas que salieron a su encuentro comenzaron a expulsar cazas estelares para un ataque relámpago.
—¡Alisten los cañones láser! Preparen el antiaéreo. Quieren su nave de vuelta. No se la daremos —ordenó. Las manos le sudaban por debajo de sus guantes. Intentaba pensar una forma rápida y concreta de salir de ahí. Hacía mucho tiempo que no capitaneaba una tropa. Había dirigido una embarcación antes, en las aguas del mar Rojo, y había luchado contra piratas somalíes, pero esto era totalmente distinto. No era una embarcación cualquiera, era una nave estelar con decenas de funciones, sistemas y controles que él desconocía por completo; y no estaba en el mar Rojo, estaba en el espacio, en algún punto del Borde Medio. Lo único que tenía a su favor era la experiencia previa, de algo similar, que sin embargo no era suficiente—. ¿Cómo va la recarga del hiperpropulsor?
—Dos minutos antes del mínimo necesario, señor —respondió otro clon. También desde uno de los controles.
—Bien, tenemos que sobrevivir dos minutos —recorrió todo el ventanal con los ojos. Analizando la situación lo más que pudiera. Tres fragatas, en formación tridente frente a él, con los cañones en recarga, y otras dos haciendo de respaldo. Decenas de droides caza atacando sus flancos. Y sus defensas antiaéreas a tope, todos, los treinta y ocho cañones que tenía su fragata tomada. Era una situación absurdamente adversa, pero no podía perder la calma. Los clones habían confiado en él por una razón y debía demostrarles porqué.
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Entre Estrellas: A Star Wars Fan History I
Science Fiction¿Y si una persona de nuestro mundo, La Tierra, terminara varada en la galaxia de Star Wars? ¿Cuál sería el viaje que ocurriría? ¿Qué significaría? ¿Qué misterios lo hicieron posible? Descúbrelo y veamos qué nos depara este relato. Primera entrega d...