Introspección

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     Lara abrió los ojos en cuanto sintió una mano abrazarla por detrás. Parpadeó, bostezó y quiso sentarse, pero entonces notó que el brazo de Dans la pegaba a él sin querer soltarla. Miró el reloj digital en la pared, aún era temprano, demasiado temprano en la madrugada, casi las dos y media, su jornada no empezaba sino hasta dentro de una siete horas y media, así que tenía tiempo de sobra; decidió disfrutar de esa noche un poco más. Estiró suavemente las piernas, se acomodó más cerca a él y se dejó abrazar cálidamente. Habían noches en las que era ella quien tenía que arrullar a Dans, noches en las que las pesadillas atormentaban al chico, él nunca hablaba de eso ni ella tampoco le preguntaba nada, pero cada vez se hacían más duras, más pesadas, sentía cómo Dans apretujaba los dientes y los puños, como si quisiera despertarse y salvarse, sin poder hacerlo. Tarde o temprano tendrían que hablar de eso. No se calmaba hasta que ella no le susurraba al oído que estaba ahí con él, que no debía tener miedo, que todo estaría bien, y solo entonces volvía a descansar plácidamente.
     Aquella noche no había sido la excepción y quizás por eso la estaba abrazando aún dormido. Se dio la vuelta con sumo cuidado para quedar frente a frente; el rostro moreno y exhausto de Dans se veía tierno, dócil, único. Deslizó el dorso de sus dedos por debajo de la marca que él tenía en la mejilla, luego hizo lo mismo por la que tenía en el mentón. Era adorable verlo descansar. Podría quedarse así para siempre, envuelta en un instante eterno que disfrutaba desde lo más profundo de su corazón, pero tendría que ir alistando sus cosas y también tenía que preparar la medicina para él.
     Con algo de pesadez se escabulló con cuidado y dejó la cama sigilosamente; sus fieros y torneados muslos, solo cubiertos por una pantaloneta corta, suave, para dormir, se deslizaron por la cabina hasta la mesa de metal anclada a la pared. No encendió las luces, le bastaba con la iluminación tenue de las afueras que se escabullía por las rejillas de la ventana. Pasó revista a sus herramientas personales: descondensadores de flujo, medidores de presión, llave multiuso polarizada, estabilizador portátil de corto alcance, y media docena de cosillas más que llenaba en su mochila gris. Todo en orden, estaba lista. Luego desvió los ojos hasta la píldora de acetaminofeno que Dans debía tomar junto con un vaso de agua... se dio cuenta que no había revisado si él aún seguía teniendo fiebre, así que regreso a pasos suaves hasta el borde de la cama, le tocó la frente y notó que se encontraba mejor... pero todavía no estaba sano.
     Aún así, posiblemente no se despertaría hasta dentro de unos minutos; ya había comenzado a dejar listo su cepillo de dientes sónico cuando de repente Dans se levantó algo mareado, agarrándose la sien y restregándose los ojos como si le hubiera caído ácido en ellos. 

     —Arh... —masculló Dans mientras meneaba la cabeza—. ¿Y este calor que siento en mi cuerpo...? ¿Qué será...? Me siento... como si...

     —Espera, espera —Lara regresó hasta el borde de la cama dando dos zancadas—, todavía necesitas quedarte en cama y de seguro que te han dado días de descanso. Acuéstate, ¿sí? Yo te prepararé un...

     —Hace calor... —se apoyó de costado, destapándose un poco. Había una delgada línea de sudor en todo su tonificado cuerpo y todavía parecía estar algo ido. Lara se sonrojó al momento de contemplarlo de esa manera, mirándolo detenidamente, luchando con sus pensamientos—. Lara...

     —¿S-Sí? —tartamudeó un poco, la voz de Dans la sacó de su pequeño trance.

     —Entra en la cama —se hizo a un lado.

     Lara no supo qué decir en ese instante, estaba desconcertada, sonrojada, pero se dejó llevar.

     —Yo... eh... Sí... —asintió, y se sentó con algo de nerviosismo.

     Dans la tomó de los hombros y la recostó sobre la almohada antes de ponerse sobre ella. Lara respondió instintivamente rodeándole la cadera con sus piernas, aprisionándolo. Era una madrugada repentinamente perfecta.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora