Cicatrices de Piel y Alma

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     El aire dentro de la cabina estaba impregnado de un aroma dulce y sublime, cálido como el sol de la mañana tras una madrugada lluviosa, y envolvía en sus paredes el recuerdo de una noche dominada de pasión. Las colchas se arremolinaban sobre los dos cuerpos desnudos que se arrullaban mutuamente mientras sus ropas yacían regadas por todo el piso, se respiraba una paz tan sublime que se adormecían las ansias, todas, excepto las de seguir recostados tan plácidamente con los ojos cerrados.
     Ninguno de los dos quería dejar la cama, tampoco tenían intensiones de hacerlo, iban a aprovechar ese tiempo tanto como fuera posible, hasta el último segundo, y solo les fastidiaba pensar en que alguien llamara a la puerta. Por fortuna, también tenían la certeza de que eso no pasaría hasta dentro de unas horas.

     —Dans... Dans... —canturreó Lara en sus oídos—. Despierta dormilón.

     Dans gruñó somnoliento, pero lo hizo en un tono que solo llenó de ternura a la twi'lek. Con algo de esfuerzo abrió los ojos, sentía el cuerpo ligero y renovado, libre. Se remeció bajo las sábanas y estiró los pies para acomodarse.

     —¿Bue...nos dí...as...? —susurró. Parpadeó un par de veces y se volteó a mirar a Lara con una sonrisa—. ¿Dormiste bien?

     —Mejor que nunca —rio Lara, dándole un beso en los labios—. ¿Y tú?

     —Después de todo lo que he pasado en Mandell y, sobre todo, de anoche... Créeme que me siento en el paraíso. Y lo estoy —la rodeó con sus brazos y la apegó hasta su pecho mientras ella reía y le daba pequeños golpecitos en su abdomen.

     —¡Ya! —exclamó entre risas cuando Dans empezó a besarle el cuello repetidas veces—. ¡Oye...! ¡M-Me haces cosquillaaas! ¡Dans!

     —Ja, ja, te gané —se mofó campante—. Disculpe, generala, usted dijo que no necesitaba permiso.

     —Me alegra saber que es muy proactivo, teniente, y que cumple bien las órdenes —respondió Lara, coqueta. Y se acurrucó a su lado escondiendo el rostro bajo el mentón de Dans. Se quedaron quietos por unos minutos, disfrutando de la paz relajante que los envolvía como si fuesen las suaves sábanas sobre ellos. Dans le acarició los lekkus, sentir el tacto delicado de su mano la hizo sentir tranquila. Abrió los ojos y clavó la mirada en el fuerte pecho que le hacía de almohada quedando hipnotizada por las cicatrices desparramadas por toda la piel morena. Las recorrió una a una con la yema de sus dedos, deslizándose suavemente entre las curvas hasta se detuvo sobre una en particular, extraña, antigua, profunda.

     Dans se dio cuenta y la dejó contemplar la marca durante unos segundos.

     —¿Pasa algo? —preguntó.

     —Esta cicatriz... —dijo Lara, en voz baja, curiosa—. ¿Cómo te la hiciste? Se ve que fue hace mucho.

     —Sí, lo fue —aseveró Dans—. Todavía recuerdo cómo pasó... Una de las pocas cosas que todavía puedo recordar. —Hubo una tristeza melancólica en su voz. Lara le acarició la mejilla y lo tranquilizó dándole un beso cálido—. Fue... Fue la primera vez que salí en un largo viaje... Al menos el primero en el que todo parecía que saldría bien. No sé si fue demasiada vanidad la que teníamos todos ahí... La que tenía yo. Mi viejo mentor y yo compartíamos la misma obsesión en ese momento, estábamos cegados, pasamos mucho tiempo reuniendo información, dinero y apoyo para realizar ese viaje. —Suspiró, el fragor de una intensa tormenta sobre el océano apareció en su mente con suma nitidez—. Íbamos en un barco junto a varios amigos... buenos amigos. Amigos que creyeron en nosotros y que compartían nuestro interés. No negaré que todos ahí queríamos ganar un poco de fama con ello, era parte del encanto de esa expedición.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora