Diferencias

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     Los primeros rayos del sol acariciaron el rostro de Ahsoka y la despertaron, sentía el cuerpo ligero y lleno de fuerza, había dormido bien, era un buen augurio. Chewbacca estaba revisando su transmisor en una esquina del pequeño refugio, cerca a una ramada, intentando hacer que el trasto funcionara de alguna forma, pero no logró mucho; presionó un botón esperando que la antena girase en dirección a su planeta para enviar la señal, pero no pasó nada; finalmente, desistió y se giró hacia la padawan listo para partir.
     Jinx y O-Mer se habían turnado para vigilar al trandoshan durante la noche, ninguno se fiaba del hombre lagarto aunque lo tuvieran sometido y esposado; prefirieron no correr riesgos. Ahora los dos estaban en la entrada de tallos del refugio ultimando algunos detalles y revisando el plan una vez más.

     —¿Está todo listo? —preguntó Ahsoka, acercándoseles.

     —Sí, debemos partir ya —dijo Jinx—. El tiempo apremia y no quiero que sus compañeros actúen primero.

     —El problema será el número de cazadores que haya en la fortaleza.

     —Tenemos un wookie, podemos hacerlo. Además, no creo que quieran perder a su amigo.

     —Garnac no caerá tan fácilmente a sus engaños —masculló el trandoshan relamiéndose los escamosos labios—. Y no podrán salir de aquí, vendrán más a cazarlos, muchos, muchos más. Nos deleitaremos escuchando sus súplicas cuando los hayamos capturado... si es que los dejamos vivos.

     —Silencio, escoria —exclamó Jinx. Ahsoka intentó calmarlo—. Harás lo que te digamos cuando te lo digamos. ¿Quedó claro?

     Una macabra risa escapó de entre los dientes del prisionero. Chewbacca gruñó con cierta molestia.

     —Hoy podría ser el día en que al fin salgamos de aquí —señaló O-Mer, su voz envolvía un poco de nostalgia, como si una parte de él ya no quisiera irse del refugio.

     —Hoy será el día en que salgamos de aquí, O-Mer —lo alentó Jinx—. Es lo que Kalifa hubiera querido... no. Es lo que ella siempre quiso; para todos nosotros.

     —Ella seguirá por siempre en nuestros corazones y en la Fuerza —intervino Ahsoka con amabilidad—. Ahora tenemos que concentrarnos y hacernos con esa fortaleza para regresar al Templo.

     Todos asintieron al unísono, y Jin y O-Mer se despidieron en silencio de aquel pequeño espacio que les había dado cobijo, del refugio que habían construido junto a su amiga perdida. No volverían jamás y, aunque les doliera, era lo que debían hacer.

     El camino hasta el borde de la selva fue algo tenso, solo tenían una oportunidad para llevar a cabo el plan, si fallaban sería todo más difícil; el trandoshan no dijo ni una palabra y tampoco es que su voz pudiera amilanar el asunto, al menos no todavía. Caminaron alrededor de tres horas para coordinar todo con calma. Llegarían a la costa cuando ya estuviera levemente entrada la tarde.
     El barullo del mar golpeando la costa suavemente junto al aroma salado les indicó que estaban cerca; los restos del carguero yacían más al fondo, ya en la arena, cubiertos por una fina capa de polvo que iba acumulándose con el pasar de los días. Ahsoka usó la Fuerza para percibir el entorno en busca de trampas o de alguna emboscada, pero no hubo nada, todo estaba despejado. Mejor, se dijo; y lanzó un suspiro de alivio mientras recorría los últimos metros del trecho en medio de las ramas y raíces de la espesura.

     —Bien, más vale que empecemos —dijo.

     —Sí —aseveró Jinx, se dio la vuelta y le apuntó con el dedo índice al trandoshan—. Llama a tus amigos.

     —Jamás los ayudaré —respondió. Apretando las esposas que le fastidiaban las muñecas.

     —Chewbacca —dijo Ahsoka—, necesito que lo bajes un poco.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora