Frenesí

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     Hacía más de una hora que la nave los había arrojado en la playa y el ambiente de la isla era enervante. No había a donde ir, no habían más que ramas secas, humedales y marismas en la costa; tendría que meterse en la selva y debía hacerlo rápido porque el trandoshan que lo perseguía iba armado con un potente rifle bláster modificado. Creyó que descansaría hasta el amanecer, pero no, su perseguidor se había apresurado en la caza, había desesperación y sed de sangre en su rostro y no se detendría hasta verlo muerto.
     Sus instintos se dispararon de golpe cuando el primer disparo le rozó la pierna y le dejó una herida ardiente, aquella situación no la había vivido en años, su cerebro instantáneamente liberó la adrenalina, pero meneó la cabeza y buscó controlarse, no podía ceder, se lo había prometido, había escondido aquel lado suyo desde la Noche Roja aunque no hubiera sido a voluntad.

     «Hazlo».

     —¡No! —la voz en su cabeza resonaba como un tambor.

     «¡Hazlo! ¡Hazlo!».

     El segundo disparo le hirió en la espalda, el revestimiento mejorado de su gabardina apenas y pudo detener la ligera carga de plasma, pero el ardor era insoportable, como si se estuviera quemando en vida. La carne chamuscada deleitó el olfato del cazador y lanzó un rugido de arrebato.
     «¿Qué está pasando? —Se preguntó en sus adentros mientras huía—. ¿Es el momento...?», no era como las otras veces, sentía un ligero cosquilleo en su pecho, no era como la jungla de Felucia o la de Devaron o como cualquier otro lugar en el que hubiese estado desde que despertó en Geonosis, no; esto era más antiguo, más prístino, más propio; comenzaba a perder el control... Había algo en el aire, y eso estaba provocando el despertar de su demonio... no, de eso no, sino de su verdadero ser. Por más que quisiera resistirse.
     Sintió la mirada asesina del trandoshan acariciar su nuca y se arrastró debajo de unas rocas para atravesar el peñasco. Algunos insectos se le subieron encima, pero se los quitó con un sacudón. Le faltaba el aliento, la pestilencia de un pantano cerca le molestaba la nariz, el grito de las bestias observando desde la vegetación acompañaba la carrera por su vida y las ráfagas rojas destellaron contra él.

     —¡Diviérteme, diviérteme! —siseó el trandoshan de escamas verdes y retomó el paso.

     «Ahí viene; libérate».

     —¡Basta, basta! —su visión se tornó borrosa, le temblaron las piernas y tuvo que apoyarse en el tronco de un árbol cubierto de musgo para no caer—. No debo... —creyó ver que la tierra se movía bajo sus pies, sintió que la sangre le hervía en las venas, se le nubló la vista y oyó claramente los profundos y cada vez más lentos latidos de su corazón retumbando el vacío de un abismo. Todo corrió en cámara lenta, como si el tiempo se detuviese solo para que viviera los instantes a plenitud. El espacio lleno de hojarasca emitió un canto bajo y los susurros de las sacerdotisas de Chak Chel le acariciaron los oídos, suaves, febriles, imbuidas del trance.

     «Es tiempo, ahau —la voz sonaba clara como el mecer del viento—, libérese...».

~~~

     —¡Argh! —intentó arrancarle el rostro de un zarpazo cuando lo encontró inmóvil junto a un árbol, pero la presa fue más rápida y se le escapó repentinamente—. ¡Quédate quieto! —saltó hacia adelante, se relamió los escamosos labios y lanzó un rugido.

     Quería divertirse, quería cazar por sí mismo sin tener que esperar las órdenes de Garnac en el amanecer; ya había aguardado demasiado tiempo, estaba harto de ver que el pequeño Dar fuese siempre quien se llevara las presas más interesantes por ser el hijo del jefe, no sucedería esta vez.
     Rápidamente corrió tras el abrigo gris que se alejaba entre las ramas, atravesó la maleza y se escabulló por las raíces pútridas de un viejo árbol. Gritó, rugió y bramó con ira intentando atraparlo con sus garras, pero la presa se deslizaba por la tierra como si fuese una serpiente.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora