Altar de Mortis

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     —¡No puedes tenerme aquí! —exclamó Ahsoka mientras trataba de liberarse de los grilletes—. ¿¡Me escuchaste!? —el sonido de las cadenas y sus lamentos se esparcía por los barrotes y rejas de la alta habitación.

     Era tedioso; la iluminación tenue y rojiza del lugar no amilanaba su condición, no iba a doblegarse ante la voluntad del Hijo, pero era consciente de que no podía enfrentarlo directamente. Miró a todos lados e hizo más esfuerzo para soltarse, aunque fue en vano; tampoco sabía dónde estaba Dans, la última vez que lo vio estaba aprisionado entre las garras de una de las patas de la forma bestia del Hijo, luego de ello quedó dormida y se despertó aprisionada.

     —No gastes energía —intervino una triste voz a su derecha—. Te dejaron... para morir —le dijo.

     Era un ser pequeño y rechoncho, con cara de caballo y el cuerpo parecido al de un mono-lagarto kowakiano obeso. Caminaba torpemente y encorvado, y sus orejas puntiagudas y anchas se mecían de forma graciosa con cada paso que daba.

     —¡Entonces me escaparé! —increpó la padawan.

     —Imposible —rio—. Llevo tantos años aquí que ya no recuerdo cuántos son... —había locura rota en su voz; a Ahsoka no le dio buena espina, no lo veía con buenos ojos, había desconfianza, y era normal, todo lo que había vivido hasta ahora en Mortis le enseñó que la desconfianza era su mejor aliada.

     —Yo soy una jedi —aclaró orgullosa—. No nos rendimos fácilmente.

     —Jedi —dijo algo intrigado el pequeño ser, acercándose sin dejar de verla con sus grandes ojos negros saltones—. Eres tan joven, ¿dónde está tu maestro? —preguntó.

     —Vendrá a buscarme —contestó con tal seguridad que el pequeño ser lanzó una risilla ligera.

     Trepó por su costado derecho; Ahsoka alejó el rostro con repudio, no quería tenerlo cerca, le parecía grotesco.

     —¿Y qué tal si no lo hace? —volvió a preguntar.

     —¡Lo hará!

     —¿Cómo puedes estar tan segura? —se puso tan cerca de ella que le terminó provocando un escalofrío intenso.

     El aliento le apestaba a carne rancia y podrida, tenía los dientes llenos de caries con la baba escurriéndose entre ellos como ríos viscosos. Era imposible no alejarse, era imposible no sentir asco estando cerca de una presencia como esa.

 Era imposible no alejarse, era imposible no sentir asco estando cerca de una presencia como esa

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     Lo próximo que sonó fue el de los grilletes siendo desactivados por acción suya. La padawan sintió un soplo de aire seco devolviéndole la moral.

     —Ah... gracias —dijo. Se volteó para verlo a la cara, pero no lo encontró.

     —Las cadenas —agregó desde detrás de ella. Ahsoka quedó intrigada de su rápido movimiento ¿en qué momento había llegado hasta ahí?—. Las cadenas son la parte fácil... lo que está sucediendo aquí —señaló su cabeza con el dedo— es lo difícil.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora