El pequeño astromecánico los despertó con sus pitidos intermitentes. Al fondo, la silueta de un planeta pálido como la arena blanca se presentó en medio de la oscuridad del vacío del espacio.
—Mandalore —dijo la senadora, mientras se sentaba en el asiento del piloto.
—Así que ese es Mandalore... —señaló Dans con un bostezo—. ¿El planeta está muerto o algo así? No se ve muy bonito.
—Eso es culpa de los propios mandalorianos —comenzó a decir—, años de guerra dejaron inhóspito al planeta, por lo que su gente tuvo que verse obligada a vivir en ciudades cúpula. Luego del conflicto, el régimen pacifista entró al poder liderado por la duquesa Satine Kryze; gracias a ella la República ha podido fortalecer sus lazos diplomáticos con Mandalore, aunque se consideren a sí mismos un pueblo guerrero y queden pequeños... reductos no tan amables —estiró los brazos, se acomodó el vestido rasgado y se preparó para el ingreso a la atmósfera.
—¿Entonces cuál es el plan?
—Iremos a la embajada de la República en Sundari, la ciudad capital —miró el desértico panorama que se extendía por kilómetros—. Explicaremos lo sucedido y veremos si hay forma de reanudar nuestra antigua misión... Y estaremos muy ocupados dando declaraciones y narrando los hechos.
—Ir a Kalevala —recordó Dans—. Y para colmo más papeleo —bufó, retiró la tapa de su cantimplora y bebió un sorbo de agua.
Riyo lanzó una risa mientras sostenía la columna direccional del mando.
—Han de haber estado buscándonos —dijo—, no me sorprende que fuese así.
—Me sorprendería si no salieran a nuestro encuentro una vez que aterricemos —Dans solo quería volver a descansar en una cama cálida y suave—. Pero creo que no tendremos que esperar mucho, senadora...
—¿Por qué lo dice?
—Por eso —señaló hacia el lado derecho de la cabina.
Dos naves policiales se acercaron a escoltar a la pequeña lanzadera en la que iban. A Riyo le pareció extraño, los mandalorianos solían realizar los registros al momento de atracar en sus plataformas, raras veces salían a reconocer algunas en el aire, así que esperó a que ellos iniciaran el primer contacto. El pitido de la transmisión entrante fue la señal que receló a su escolta y le pidió al pequeño astromecánico que estableciera la comunicación.
—Lanzadera de transporte Sheathipede, aquí ML-132, adelante, ¿me copia? —dijo la voz de uno de los pilotos.
Dans y Riyo intercambiaron miradas, ninguno estaba seguro de qué decir, no eran pilotos, no tenían ni idea del protocolo a seguir o lo que debían responder. Era un juego a la lotería y como Dans sabía que era el guardaespaldas, no le quedó de otra que hablar.
—Aquí lanzadera Sheathipede —contestó—. Lo copio. ¿Hay algún problema? —hubo una ligera inflexión en su voz.
—Su localizador no está emitiendo.
—Sí, es... es una avería, vamos a reparar los sistemas cuando toquemos puerto —se acomodó el cuello de la gabardina, sentía que le ahogaba, aunque no lo hiciera en realidad.
Hubo un pequeño silencio después de eso.
—Debe reportar el estado de su nave —agregó el mismo piloto—. Y realizar el registro correspondiente de su baliza.
—No se preocupe, lo haremos al aterrizar —posó su mano en la cabeza del pequeño droide astromecánico y bebió otro sorbo largo de agua. «Será mi trigésimo quinto arresto», pensó.
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Entre Estrellas: A Star Wars Fan History I
Science Fiction¿Y si una persona de nuestro mundo, La Tierra, terminara varada en la galaxia de Star Wars? ¿Cuál sería el viaje que ocurriría? ¿Qué significaría? ¿Qué misterios lo hicieron posible? Descúbrelo y veamos qué nos depara este relato. Primera entrega d...