Pérdida

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     Sus ojos brillaban como puntos blancos escondidos en la oscuridad, dentro de la espesura de las hojas de un árbol. Atento, en silencio, inmóvil.

     Los bramidos del animal se entremezclaban vagamente con el resto de ruidos nocturnos, deambulaba sin rumbo mientras mantenía sus sentidos a tope. Se agachó para beber del agua del pantano, luego levantó la cabeza cuando creyó ver algo sobre el manglar que tenía delante, pero lo olvidó rápidamente y siguió refrescándose en medio de la noche.

     Tensó los músculos y sujetó firmemente una de sus lanzas, no despegó los ojos de la silueta opaca de la bestia, había tenido suficiente tiempo para observarla, pero debía ser cauteloso. Su cuerpo desnudo estaba completamente cubierto de lodo que ocultaba su aroma, era una más de las criaturas de la selva; no había pronunciado palabra alguna desde hacía días, pero recordaba bien la última que salió de su boca: «¡Corre!». Meneó sus pensamientos y regresó a la realidad. El animal lanzó un largo bostezo donde mostró sus pálidos dientes, era el segundo nexus que veía, pero el primero que estaba vivo; de seguro que tenía sus cuatro ojos vigilantes a su alrededor y por eso debía andarse con cuidado.
     Una oportunidad, nada más, lo presentía en su sangre, debía ser certero porque no tendría un segundo intento; si fallaba, el nexus arremetería contra él y lo despedazaría, en el mejor de los casos podría escapar, pero perdería toda oportunidad de obtener las fibras que necesitaba para la cuerda de su arco. Y no quería hacerle frente más de lo necesario.
     La tensión amenazaba con hacer temblequear su brazo, pero la práctica de toda una vida enfrentándose a las bestias salvajes habían endurecido sus nervios, a pesar de que el peligro siempre le acariciaba el rostro.
     Lentamente se puso de pie, equilibrando el peso de su cuerpo sobre la delgada rama, ni siquiera una hoja se movió cuando alzó su brazo. Tomó aire, dirigió la punta de la lanza hacia el cuello del nexus y aguardó el momento; lo había esperado durante horas, podía esperar unos segundos más. Diez metros de distancia lo separaban de él.

     La criatura lanzó un gruñido, meció su larga cola dividida en dos y erizó las crestas de su espalda cuando comenzó a percibir el cambio en el aire. Sus ojos posteriores tenían visión infrarroja natural, así que barrió la zona de un vistazo y flexionó sus patas traseras. Pero el peligro no venía de ras del suelo, sino desde lo alto de los árboles.

     Un segundo de descuido bastó para que arremetiera contra el nexus; lanzó la lanza con tanta fuerza que la punta de piedra salió disparada de su mano y la criatura apenas pudo reaccionar cuando el borde filoso le hizo un largo corte en el cuello.

     El arma se hundió sobre la tierra húmeda, la criatura se hizo atrás de un salto; el hombre cayó al suelo con una voltereta y arrojó la otra lanza con furia antes de que el nexus se recompusiera y contraatacara. El animal esquivó el tiro, la punta se clavó en el tronco de un árbol lleno de musgo y no quedó más que asirse hacia una rama para volver a cargar desde lo alto después de recuperar la primera de las lanzas.

     El rugido de la bestia sacudió sus oídos cuando emergió de entre las sombras y lo tumbó de regreso al fango, las garras le rasgaron los hombros y detuvo el mordisco interponiendo el mango de madera antes de que le arrancara la cabeza. Forcejeó, sabiendo que el nexus era diez veces más fuerte que él, y logró escabullirse por debajo de su vientre al mismo tiempo que tomaba su cuchillo y le causaba dos cortes más en el pecho y uno en el muslo de la pata izquierda, intentó cuajar el filo a la altura del corazón, pero el animal era más ágil y saltó de nuevo.

     Ambos se recompusieron y cruzaron miradas mientras el resto de la selva se quedaba en silencio, ni siquiera los anfibios se atrevieron a croar cuando el estruendo de la batalla remeció la jungla. La sangre manaba de las heridas de sus cuerpos y caía sobre el humus manchándolo de rojo. El nexus gorjeó y mostró los dientes, pareció que sonreía cuando sus grandes mandíbulas mostraron sus largos y afilados colmillos.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora